Quebradero

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Un final difícil

Por Javier Solórzano Zinser

Diversos asuntos se le andan cruzando y complicando al Presidente, los cuales podrían aparecérsele de manera brusca en poco tiempo.

Uno de los de mayor atención es el económico. El Presidente ha asegurado que la economía iba a mejorar en su administración, pero hay signos de lo contrario. No pasa por alto el Covid, pero más allá de ello, algunas de sus estrategias no han amarrado.

El apoyo a los más desprotegidos, a las personas de la tercera edad, las becas, entre otros programas, ha hasta logrado paliar los problemas económicos de muchas familias. Sin embargo, la distribución pierde fuerza en cuanto a cobertura nacional y existen evidencias de que la pobreza ha crecido y ya veremos en el corto plazo hasta dónde alcanza el dinero.

Enero ha sido particularmente difícil, porque a pesar de la insistencia de que no habría “cuesta de enero” hay evidencias de nuevas alzas en productos de la canasta básica.

Está siendo difícil el control de precios, porque se están conjuntando variables externas e internas que lo impiden. El alza en las casetas de carreteras va a repercutir directamente en variables, como el precio de la gasolina, lo que acabará pegando a todo aquello, que es mucho, que tiene que ver con el transporte.

Ya van dos ocasiones en que el Presidente llega a acuerdos con el sector privado para que se tenga un control de precios, particularmente en la canasta básica, que ha sido infructuoso. No se ha podido poner un freno y en temporadas como son las posteriores a fin de año las cosas se complican aún más.

Las propuestas y la voluntad del Presidente se ven rebasadas ante una realidad económica que puede generar reacciones sociales, porque es precisamente en la economía en donde las familias acaban por resentir los mayores problemas en su cotidianidad.

Lo que se va viendo es que sí tenemos la “cuesta de enero”. Los precios de los productos en los mercados, sin importar de qué tipo sean, están subiendo y el costo de la vida se está incrementando. Quizá en el corto plazo no se sientan los efectos, pero es cuestión de que pasen las semanas para que veamos cuáles son las reacciones de las y los ciudadanos y de organizaciones sociales.

Otro asunto que está por el momento rebasando al Presidente tiene que ver con su discurso y su narrativa. Ya van varias ocasiones en que lo que expresó hace no mucho tiempo termina por ser desmentido en los hechos.

Ha soslayado diferentes hechos de corrupción, los cuales de alguna manera están en su entorno. Bajo la premisa que hace no poco tiempo expresó que el Presidente en turno sabe todo lo que pasa, incluyendo hechos de corrupción, no puede pasarse por alto que se han presentado diferentes situaciones que merecerían una acción más acuciosa del Presidente y menos estereotipadas y de lugar común.

El caso de la estridente gobernadora de Campeche merecería mayor atención. Por un lado, se han difundido audios de personajes de la política a quienes se ha tratado de atacar. Algunos de ellos pueden tener la marca de impresentables, pero el marco legal impedía la difusión de los audios que fueron grabados sin autorización de los involucrados y que han servido no sólo para fustigar y poner en evidencia, sino incluso para presionar políticamente, como se dio en recientes votaciones en el Legislativo.

Hay casos más cercanos al Presidente. El tema de sus hermanos no se puede limitar a un ataque de sus “adversarios”. El razonamiento va en línea contraria a cuando dijo que no permitiría hechos de corrupción y menos en su entorno inmediato.

El Presidente pudo pensar que iba a llegar al final con otros escenarios, pero lo que viene quizá sea lo más difícil de su gestión.

RESQUICIOS

Viene una semana definitiva en el caso García Luna. La fiscalía cerrará instrucciones el 14 de febrero. En este lapso presentará, se asegura, a un testigo clave. La defensa del acusado tendrá que decidir si sube o no al estrado a su cliente.