El Plan B y el 2024

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Por Uriel Flores Aguayo

El llamado plan B electoral terminará en la Corte, por tanto su destino es incierto.  Más allá de los argumentos o justificaciones de la austeridad o el desmantelamiento del INE, hay dos elementos fundamentales a considerar en el debate sobre la reforma electoral en curso: el consenso y su eficacia.

Todas las reformas respectivas que se han venido realizando desde 1977 han sido acordadas por las fuerzas políticas; las reglas de la competencia por el poder han sido pactadas. En un sentido democrático no puede ser de otra manera. Es ilegítimo que se aplique una mayoría legislativa por la fuerza que sea. Era nocivo con el viejo PRI, es igualmente anacrónico con Morena. No debe haber ventajas para alguien en particular.

El régimen del PRI abrió el sistema político y electoral ante la evidencia de la pluralidad de la sociedad mexicana y el empuje de movimientos democratizadores. No tenía de otra. Finalmente se dio la transición y las alternancias democráticas.

Es paradójico que Morena pretenda cerrar el sistema político y electoral, en una peligrosa y absurda regresión anti democrática. Lo deseable es que las fuerzas políticas dialoguen y encuentren puntos de acuerdo para que tengamos elecciones libres, confiables y participativas.

Lo que funciona no se debe cambiar. El INE funciona razonablemente bien. Desde el IFE autónomo hasta el actual INE, las elecciones han sido organizadas con profesionalismo y no hemos tenido conflictos post electorales. Se debe respetar la experiencia de una institución que ronda la excelencia. Disminuirla es peligroso y puede llevarnos a previsibles como innecesarios conflictos. Si hay que hacer cambios sustentados e indispensables, adelante, pero en base a datos, diagnósticos certeros y propuestas sensatas. Si no existe eso, ni moverle. Es mejor esperar a los resultados del 2024.

Soy de los que piensan que Morena no tiene seguro su triunfo en la elección presidencial del 2024, aunque es la fuerza política con mayores posibilidades de lograrlo. No es seguro por el perfil de su candidatura, por su unidad en riesgo y por la pérdida de simpatías en amplias capas de la población. El presidente es popular pero no será candidato, su carisma y respaldos no son transferibles.

Creo que la coalición opositora necesita ser total para aspirar a ser mayoría. Eso incluye a MC, que irá en alianza si ve que hay condiciones de ganar como conjunto opositor; en cambio, si no observa esas posibilidades, irá solo. Las oposiciones, con liderazgos pequeños, tendrán buenos resultados aun en contra de su voluntad. Se han venido creando las condiciones para que irrumpa una profunda expresión ciudadana en demanda de cambios.

Si no se canaliza totalmente a la oposición, será sustento de movimientos internos en Morena. Es decir, puede haber cambios notables desde adentro del partido en el poder. Cambios de fondo, más con unos que con otros, pero reales. No habrá más caudillismo, las cámaras legislativas serán mucho más plurales, se matizará la condición de partido oficial, se abrirá el diálogo nacional y se respetará la división de poderes.

En ese escenario será posible construir mejores condiciones para la economía, la seguridad y la democracia. Como efecto de las reformas nacionales habrá cambios de fondo en las entidades federativas, poniendo en orden a los reyezuelos chiquitos que juegan a gobernar.

Recadito: el MOPI se reactiva en la gestión y organización social.