Quebradero

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De embajadas

Por Javier Solórzano Zinser

Las embajadas son la puerta de entrada, son la cara e imagen de lo que somos y queremos que vean de nosotros.

La tradición diplomática de México se ha estructurado en función de sus diplomáticos. Han jugado papeles estratégicos y fundamentales en nuestra relación con el mundo.

También es cierto que se han movido en medio de un cuestionable glamour, pero esto no es un asunto que sólo tenga que ver con México. Existe un estereotipo el cual es difícil de erradicar y del cual algunos embajadores y embajadoras han puesto de su parte.

Sin embargo, en países como el nuestro la diplomacia es una actividad que se ha desarrollado a través de procesos formativos en la Cancillería que han dotado a hombres y mujeres de elementos para desarrollar un trabajo de enorme relevancia para el país.

A pesar de devaneos presidenciales, sin pasar por alto a la misma Cancillería, la política exterior ha sido un crisol y un refugio que le ha dado una responsabilidad y una tradición ante el mundo; han sido innumerables, brillantes y difíciles los pasajes que se han vivido.

Que en ocasiones las embajadas sean utilizadas para “premiar” a personajes, para agradecer favores e incluso para castigarlos no desmerece la historia. Algunos de los “designados” terminaron por ser destacados diplomáticos sin tener la experiencia que concede, en buena medida, la formación en el servicio exterior; hay quien entiende qué se debe hacer y hay quien como llega se va, simple y sencillamente porque no entienden de qué se trata.

Ser diplomático es una vocación que obliga a un trabajo de servicio y amor a México. Quienes han sido formados en el servicio exterior a través del Instituto Matías Romero lo saben, en este proceso es clave lo que debe significar el país y el sentido de nación.

La formación de décadas de generaciones ha sido uno de los ejes en la construcción de la virtuosa y brillante historia de la diplomacia mexicana, de la mano de un compromiso que se va arraigando entre los integrantes del servicio exterior. Al fin y al cabo, las y los embajadores y el cuerpo diplomático en su conjunto nos representan y acaban siendo una extensión de nosotros y del país.

El mundo ha visto y sigue viendo a México como un refugio y un defensor de los derechos humanos, de la democracia y la libertad. Hay pasajes de nuestra historia de la cual debemos sentirnos en verdad orgullosos.

España, Chile, Argentina, Uruguay, Cuba, El Salvador y, en otro tiempo Nicaragua, por mencionar lo más cercano a la memoria, son parte de esa historia que se construyó en ocasiones con voluntades políticas presidenciales, las cuales se fundamentaron con la historia diplomática mexicana.

Es probable que en algunos momentos diferentes mandatarios no tuvieron otro camino que hacer lo que terminaron haciendo, no hacerlo sería enfrentarse tarde que temprano a la historia y al país el cual, al paso del tiempo, se los echaría en cara.

Desde donde se vea, por encima de todo ha estado el compromiso de mujeres y hombres que desde la esencia de la diplomacia mexicana, su formación y su convicción han desarrollado lo que ha sido y es su primer deber sin importar los riesgos que pudieran estar corriendo ellas, ellos, sus familias y su entorno.

Estas reflexiones pasan por la propuesta de que el cuasi exgobernador de Sinaloa pueda ser embajador de México en España.

Si es el indicado el tiempo lo dirá. Ojalá entienda la relevancia de representar a México ante una nación querida y entrañable con la cual el Presidente se la ha pasado en el toma y daca.

Habrá que recordar la historia diplomática y los principios de política exterior, con ello se pueden aclarar los escenarios.

RESQUICIOS

Un comando fuertemente armado irrumpió en un hotel de Matehuala, SLP, y se llevó al menos 20 extranjeros entre haitianos y venezolanos. Una historia más que nos hace preguntarnos de nuevo por nuestra política migratoria.