Desesperanzas

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Por Martín Quitano Martínez

  

El más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta.

Federico García Lorca

 

Nuestros momentos son oscuros, suponen desesperanza y miedos que son compartidos por muchos. Las múltiples violencias presentes en varias partes del mundo y en nuestro país, ya no están solamente en los imaginarios de las distancias que no nos afectan, de las cotidianeidades de hacer las cosas bien y por lo tanto estar lejanos de ser posibles sujetos de la atención de alguna de esas violencias que sin duda más allá de los buenos deseos, caminan cada vez más en las rutas de cualquiera.

En esas desesperanzas y miedos se incuban las apatías, las inacciones, las búsquedas afanosas de que nuestras integridades se resguarden volteando la cara, no alzando la mano ni la voz. En esas desesperanzas se desactivan las luchas y se genera lo que parece ser un lugar “confortable” para jugar “a la segura”, pues todo lo que vivimos es la muestra de que se han cancelado las opciones para mejorar; todo ya está descompuesto y no tiene, por ahora, punto para poder repararse.

Los momentos refieren certezas sobre la negatividad, donde se observan túneles negros, andares sin luces que no alimentan rumbos alternativos. En respuesta se antepone el abandono de los espacios públicos y la crítica que se vuelven un antídoto para contar con seguridades de todo orden, que sin embargo van a trompicones de cara a la dura realidad que día a día muestra su cara violatoria, de ruptura y daños institucionales, políticos y sociales sin contención, reforzando la visión de que todos quienes participan de la cosa pública, de los gobiernos  son iguales o peores que los de “siempre”, de que poco o nada se puede hacer frente a ello y que por lo tanto, son tiempos de cancelación de mejores futuros y son momentos para vivir únicamente el ahora, apostando por la inmediatez y las cercanías más íntimas, desprendidos de compromisos o luchas sociales.

Las condiciones que vivimos muestran nuevos entramados sociales que modifican los que suponíamos eran fuertes y tradicionales mecanismos de colaboración, solidaridad y protección. Las soledades cada vez aparecen más presentes; se resiente la falta de asideros que refieran ilusiones, abandonados en la nostalgia de las aspiraciones de vivir mejor, en el plano individual y social, en democracia y con justicia, con mejores gobiernos y sociedades responsables para un mundo distinto a lo que ahora ensombrece apocalípticamente nuestros presente y futuro.

Los derrumbes democráticos, la fanática ceguera, la intolerancia, la extendida normalización de las mentiras, la profunda corrupción y la barbarie asesina, la crisis climática, de seguridad o económica, al menos para nuestro país, son todos panoramas de pesadilla después de décadas de esfuerzos, luchas e imaginarios para alcanzar un mejor estadio social y que ahora son, esas pesadillas, acaso cimientos desde donde se mira hacia el vacío.

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA

La salud pública, otra gran perdedora de la 4T. Muestra de la cara deshumanizada de los que se dicen humanistas.

 

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