Feminismo: una lucha por la transformación y la evolución social

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Por Sandra Luz Tello Velázquez

El 8M no es una celebración, es el grito, la memoria y la exigencia de millones de mujeres que han caminado a lo largo de siglos construyendo una revolución para conseguir lo que nos corresponde: equidad, justicia y una vida libre de violencia.

El conjunto de creencias, rumores, voces sociales y aún la propia voz, se han transformado en actuar, en prejuicio o en juicio, y en otras ocasiones, en limitación o en fuerza, en miedo o en valentía, aunque inicialmente la plenitud de ser mujer no fuera un asunto externo, sino interno, personal, de auto definición, de autoaceptación, de identidad y que en la actualidad exige creatividad, aprendizaje y conocimiento sin medida.

El feminismo, con sus múltiples olas, rostros y voces, ha sido un motor para lograr algunos cambios que, en la actualidad son incuestionables: el derecho al voto, la posibilidad de estudiar, la libre decisión sobre nuestros cuerpos y el derecho a denunciar la violencia que nos acecha. Las que nos precedieron sabían que era necesaria una revolución ideológica pues, desde Olympe de Gouges, que redactó la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana en la Revolución Francesa (y fue guillotinada por ello), hasta Simone de Beauvoir, quien señaló que “no se nace mujer, se llega a serlo” desmontaron creencias y limitaciones impuestas por una sociedad que marginaba y no reconocía los derechos humanos de todas y todos.

Por otra parte, no existe un solo feminismo, sino múltiples maneras de entenderlo; el pensamiento y la práctica política feminista son multifacéticas, son los discursos centrados en los derechos humanos (individuales, laborales o civiles) que deberían articularse en las movilizaciones, pero en especial en las agendas de los gobiernos y del movimiento mismo.

Así mismo, el feminismo es un hecho histórico, que ha transcurrido y se ha narrado a lo largo del tiempo con toda la complejidad interna en la que está inscrito. Cabe señalar que, las tensiones entre la teoría y la práctica del feminismo pueden ser producto de las estrategias políticas que se utilizan en sus distintas corrientes y que no terminan de unificarse, por lo tanto, un mundo donde el feminismo ha sido constantemente tergiversado, es necesario regresar a las raíces filosóficas y políticas para entenderlo con profundidad, reconociendo que no es una moda, ni un capricho, ni implica una guerra contra los hombres, sino la lucha histórica por la dignidad y la justicia social. Desde Flora Tristán hasta Judith Butler, la teoría feminista ha legado un pensamiento sólido, crítico y transformador.

La lucha feminista también es una lucha por la libertad de ser, sin que el género dicte nuestra existencia, ya que la feminidad y la masculinidad no son destinos biológicos, sino construcciones sociales que, en muchos casos han impuesto roles y limitaciones, por tal motivo, en un mundo que insiste en catalogarnos, este tiempo nos invita a desafiar esas etiquetas y a repensarnos desde la libertad.

Finalmente, como sociedad debemos movernos para construir una realidad en la que todas las personas podamos vivir con dignidad y libertad.