Gabriel García Márquez: la mágica realidad

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Por Sandra Luz Tello Velázquez

Gabriel García Márquez es quizá uno de los escritores latinoamericanos más recordado, traducido y leído en el mundo. Polémico, debido a sus ideas y vinculaciones políticas, admirador de Borges, Rulfo y Faulkner, amante confeso de “Edipo Rey”, periodista, novelista, cuentista y hasta guionista de cine que recreaba la vida y el conflicto del Continente Americano.

Su ficción combina lo fantástico con lo real, escribía con un encanto único, en algunas de sus obras muestra cierta ingenuidad. Su estilo inconfundible encadenaba frases poco claras, sinuosas, pero intensas y provocadoras, describía para generar imágenes sensibles, con desarrollos y desenlaces sorprendentes.

García Márquez fue capaz de convertir el periodismo en ficción, la realidad en magia, lo fantástico en fuerza y sensualidad. Su estilo es único e inconfundible, aún en novelas cuestionadas por los críticos como “Memoria de mis Putas Tristes”, que parecería una reminiscencia del cuento “El avión de la Bella Durmiente”, una especie retribución a Yasunari Kawabata, una alabanza al refinamiento senil vivido en plenitud.

Supo encontrar su voz narrativa a mediados de los años sesenta, después de largos años de ejercicio periodístico. Retomó el estilo de Faulkner en “La Hojarasca”, convirtió la simpleza en melancolía en “El Coronel no tiene quien le escriba”, logró que la polémica del amor prohibido fuera justificada en “Del Amor y Otros demonios” y concretar la arrolladora fuerza de la pasión aún en la senectud en “El Amor en los Tiempos del Cólera”.

Aunque su obra cumbre fue “Cien Años de Soledad” debido a sus infinitos prodigios al retratar la genealogía de una familia, la realidad de un pueblo inexistente, la óptica y la idiosincrasia de un continente, también es cierto que publicó cuentos magníficos en “Los funerales de la Mamá Grande”, “La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y su abuela desalmada” o en “Doce Cuentos Peregrinos”.

Por ello a nueve años de su partida recordamos a Gabriel García Márquez y el desparpajo que nos regaló, su anhelo de escribir para ser querido y de recordar su vida para contarla.