Narcopolítica y una brutal masacre
Por Aurelio Contreras Moreno
En los últimos años la política se ha convertido en uno más de los territorios que los diferentes grupos del crimen organizado se disputan con la misma violencia que las demarcaciones regionales y las plazas.
Cuando los grupos delincuenciales comenzaron a interesarse en los procesos político-electorales, su atención se centraba en tener el control de las policías municipales, pues era eso lo que les garantizaba el paso libre de drogas, el tráfico de personas y sus demás “negocios” sin mayores contratiempos.
Conforme pasó el tiempo y los “capos” acumularon más poder, se metieron a fondo y empezaron a controlar directamente presidentes municipales, regidores, legisladores y hasta gobernadores, que a cambio de millonarias sumas de dinero pusieron a los diferentes aparatos gubernamentales al servicio de los criminales.
A la par de este fenómeno, la violencia criminal fue aumentando de manera exponencial en cada proceso electoral en cada vez más regiones del país. Si el o la candidata de un partido “amenazaba” con ganarle al “palomeado” por los delincuentes, la solución era –y sigue siendo- asesinarles. Como si fuesen integrantes de un bando criminal contrario. Algunas veces realmente lo fueron.
Prácticamente ningún partido se ha escapado de por lo menos tener acercamientos con narcopolíticos, a los cuales reciben gustosos junto con las fuertes sumas de dinero que le inyectan a las campañas electorales, parte del cual suele quedarse “en el camino” en los bolsillos de algún dirigente.
La narcoviolencia asociada con la política tiene larga data en el estado de Veracruz. Comenzó a sentirse de manera evidente hacia el final del sexenio de Miguel Alemán Velasco y tomó una desproporcionada fuerza en el de Fidel Herrera Beltrán.
Desde entonces, antes, durante e incluso después de cada proceso electoral se han vivido episodios de violencia ligada a personajes ligados a la delincuencia queriendo hacer política. Pero pocos tan salvajes como el de este domingo en el puerto de Veracruz, donde fue masacrada una familia completa, incluidos dos menores de edad.
El objetivo principal del ataque era Fernando Pérez Vega, alias “El Pino”, integrante de una familia asentada en el municipio totonaca de Coxquihui, en el norte de Veracruz, que lidera una banda criminal conocida como “Los Pelones”, cuyo jefe visible es Reveriano Pérez, dos veces presidente municipal de esa demarcación y hermano del ahora finado.
“El Pino” acudió este domingo al puerto de Veracruz a una reunión del partido Fuerza Por México, un membrete satélite de Morena del que fue candidato en 2021 a la alcaldía de Coxquihui y por el que buscaba una nueva candidatura en 2024. Después de eso él, su esposa, sus hijos y un maestro indígena que los acompañaba fueron rociados a balazos, a pocos metros de unas instalaciones de la Marina.
Solo hasta que se confirmó que “El Pino” era una de las víctimas del ataque fue que el gobierno de Cuitláhuac García se apresuró a sacar su “expediente” y a señalarlo como “jefe de plaza” de un grupo “generador de violencia” en el norte del estado.
Obvio, la intención fue culparlo de su suerte, como lo reafirmó el mensaje publicado por el propio gobernador Cuitláhuac García en su cuenta de Facebook, quien no contaba con que “El Pino” publicó fotografías que se tomó con él en 2020 y que de inmediato salieron a la luz.
La justificación balbuceante del mandatario veracruzano al ser exhibido con quien él mismo tildó de “jefe de plaza” criminal fue de antología, de tan burda: “se acerca gente, me piden fotografías, no me puedo poner chocante y grosero y decirle ‘¿y tú quién eres?’. Uno anda en esto, es público, soy un personaje público y posiblemente ese día se acercó quizás con aspiraciones a que se le diera cabida, pero el partido tomó la decisión de que no”.
Donde sí le dieron cabida fue en Fuerza Por México, aliado de facto de Morena que le sirvió para pulverizar el voto de la oposición en las elecciones intermedias de 2021, y que en Veracruz regentea Eduardo Vega Yunes, el “sobrino pródigo” del ex gobernador panista Miguel Ángel Yunes Linares, que tras romper con el tío se volvió duartista y ahora su corazón “late a la izquierda” como “oposición leal” al actual régimen.
Desde hace varios años es conocido el cacicazgo a sangre y fuego de “Los Pelones” en la región del Totonacapan y de sus actividades ilícitas. ¿Van a salir Cuitláhuac García o Eduardo Vega Yunes a decir que no lo sabían?
A ver quién les cree.
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