Agorero del desastre  

Share

Por Raúl Arias Lovillo

“Cuando triunfa la mentira, decir la verdad puede sonar provocador, contundente e incluso estridente” 

Javier Cercas

El agorero es el que anuncia o predice males o desgracias. Pero, en cierto sentido, tal vez no estoy anunciando ningún desastre porque la gente de nuestro país lo vive diariamente. Que una parte de la sociedad mexicana no lo reconozca es otra historia. Hablamos de esa parte de compatriotas que sigue, fanática y empecinadamente, apoyando al presidente en la imparable destrucción del país. Este sector de la sociedad tiene, a su vez, cuando menos tres componentes: el primero constituido por quienes participan de las mieles del poder gubernamental de la 4T, obviamente quieren seguir disfrutando de esto; el segundo grupo lo integran los millones de personas que se benefician de los programas sociales, apoyan la continuidad porque piensan que si hay un cambio de gobierno los programas sociales desaparecen, como si los recursos financieros fueran de Morena. Aclaremos que los programas sociales se financian con los impuestos que pagamos todos en México y ya se acordó en el Senado la continuidad de los mismos en el próximo sexenio; en el tercer componente se encuentran todos los que justifican que el gobierno mexicano es progresista y de izquierda, lo que los compromete en su defensa sin el menor sentido crítico sobre su desempeño y resultados. Se trata de un grupo mesiánico que prefiere voltear para otro lado para no ver el desastre nacional.

Sin pretender hacer un recuento exhaustivo de este desastre, veamos algunos indicadores. México vive el sexenio más violento de las últimas décadas por el fracaso de la política de “abrazos, no balazos”: cerca de 163 mil homicidios dolosos, 42 mil desapariciones de personas y un promedio de 11 feminicidios diarios, todo en lo que va del sexenio morenista; se agrega la inseguridad en la circulación de todos los transeúntes por la mayoría de las carreteras nacionales y el permanente miedo con el que vive la gente ante los hechos de violencia.

El progresivo deterioro del sector salud: en 2018 había 20.1 millones de personas sin servicios de salud; en 2020 la cifra aumentó a 35.7 millones y para el año 2022 el número de compatriotas sin servicio de salud, como resultado de los tremendos errores del gobierno como la desaparición del Seguro Popular, la creación y desaparición del INSABI, aumentó a 50.4 millones. A esto se agrega el desabasto de medicamentos que alcanza los 45 millones de recetas no surtidas. Y también el sorprendente dato de que sólo el 26.6% de las y los niños de 2 años tenían todas sus vacunas en 2022; pero se agrega otro dato: este último fin de semana se informó que clínicas de la Secretaría de Salud, del IMSS y del ISSSTE reconocen que hay desabasto de la vacuna BCG contra la tuberculosis para recién nacidos, esta situación tiene entre uno y dos meses y no hay fecha estimada para que se restablezca el abasto. Estamos viviendo, pues, la peor debacle sanitaria en México en el último siglo.

Los seguidores de Morena no tendrían que hacer maromas o piruetas para defender a su falso profeta si éste tuviera buenos resultados de gobierno. Desafortunadamente no existen los buenos resultados. Violencia e inseguridad y salud, no son excepciones sino parte del desastre. La consigna de “primero los pobres” ha quedado en el olvido ante los resultados adversos; la corrupción no desapareció y existen casos bien documentados de escándalos de corrupción en el presente gobierno; el deterioro de la educación, la ciencia y la tecnología del país; la enorme deuda que ha venido acumulando el gobierno y que se constituye en una bomba de tiempo, etc, etc, etc.

Estamos a algunos meses de las elecciones para el cambio del gobierno y del Congreso. Todo indica que serán elecciones muy disputadas. Vamos a presenciar una elección de Estado como en los viejos tiempos del PRI, pero además tendremos dos agravantes que juegan a favor de la 4T. El papel activo del ejército mexicano y la presencia de los cárteles de la droga que ya han participado en procesos electorales anteriores defendiendo las candidaturas oficiales.

Por ello, este agorero tiene los peores presentimientos. Ante una elección muy disputada, también como en los viejos tiempos del PRI, el gobierno utilizará todas las artimañas electorales para arrebatar el triunfo a la oposición. Echará mano de la fuerza de ejército y cárteles, peor que en 1988. Estamos avisados. Que cada quien se haga responsable de sus actos.