Equidad, respeto y libertad para todos

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Por Sandra Luz Tello Velázquez

Hace diecinueve años inicio una revolución sin sangre, que entonces era incipiente y cuestionada por muchos sectores de la sociedad, este movimiento ha avanzado con pasos firmes, aunque hay quienes todavía no aceptan que cada persona es libre para tomar decisiones acerca de su vida, que tenemos los mismos derechos sin importar orientación o preferencia sexual. Estos pequeños logros son una realidad irreversible en distintas partes del mundo, fruto del esfuerzo sostenido por muchas generaciones y una de las conmemoraciones que reconocen a la comunidad LGBTQI  es el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia ocurrido hace unos días.

Se eligió específicamente el 17 de mayo como reconocimiento a la decisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para desclasificar en 1990 a la homosexualidad como enfermedad mental. Ese fue el primer paso para aceptar e incluir los derechos de las personas LGBTQI en reglas de convivencia constitucional y pactos políticos sociales en diversos países con intención de defender e integrar sus derechos equitativamente a los del resto de la sociedad.

Sin embargo, aún existen gobiernos y sociedades en el mundo que no aceptan las diferencias en materia de género y orientación sexual. De acuerdo con datos vertidos por el Consejo de la Unión Europea, más de dos mil millones de personas con orientaciones de género diversas viven en países en los que la homosexualidad es ilegal, de hecho, son sesenta y siete países en los que se establecen sentencias que van desde meses en prisión hasta la pena de muerte como castigo legal por las relaciones consentidas entre personas del mismo sexo y en algunos estados del mundo todavía se considera como un trastorno mental.

Por otra parte, en la cotidianidad las personas LGBTQI enfrentan prejuicios, discriminación, estigmatizaciones, hostilidad y violencia, incluida en comentarios homofóbicos, chistes, burlas, ataques físicos, exclusión educativa, estereotipos y  en casos extremos el homicidio.

En el caso de la inclusión educativa, hay instituciones en las que se han observado reacciones violentas sobre los derechos LGBTQI, especialmente en lo que respecta a las personas trans, no binarias e intersexuales, así mismo se identifica la limitación a sus derechos de exposición libre sobre sus preferencias y decisiones de cambio. Es preocupante que en algunos centros educativos se implementan reglas internas explícitas o lineamientos de convivencia implícitos para evitar que los docentes hablen sobre orientación sexual, identidad de género, expresión de género o características sexuales, esta situación afecta particularmente a las personas jóvenes que son percibidas como LGBTQI y corren un mayor riesgo de sufrir violencia en la escuela.

Aunque hemos avanzado en temas de igualdad en derechos humanos, respeto y libertad para las personas lesbianas, homosexuales, bisexuales, transgénero e intersexuales, todavía queda mucho camino por recorrer, pues la inclusión se asocia a garantizar la integración de los derechos a las personas con alguna discapacidad, sin embargo, no se profundiza en  garantizar estos mismos derechos a las personas con diferencias de género; esa visión limitada de inclusión y equidad pone en riesgo a millones de personas LGBTQI en todo el mundo, especialmente a las infancias y juventudes vulnerables, cuyo mayor riesgo es sufrir algún tipo de violencia, por ello es fundamental cambiar desde la mentalidad individual, para transformar la inclusión en lo colectivo.