Quebradero

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A una semana del horror

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

No se ve que las cosas vayan a ser diferentes en materia migratoria, a pesar del brutal horror que vivió el centro migratorio de Ciudad Juárez.

No tiene sentido remitir lo sucedido a que sirva para que la oposición y los críticos del gobierno intensificaran sus ataques al Presidente. La crítica tiene lógica en el quehacer de la política y de la vida. Hacer un seguimiento cotidiano del gobierno ha sido una constante en los últimos años, se insiste en que antes no se hacía, pero sí se hacía y hay pruebas de ello.

También tiene lógica en función de lo que ha venido sucediendo esta semana en que pareciera que el asunto empieza a diluirse y no se ven respuestas concretas que permitan visualizar un cambio de estrategia.

Lo sucedido no puede remitirse tampoco sólo a aspectos legales que si bien son fundamentales para conocer cómo se dieron las cosas e impartir justicia, no resuelven de fondo el problema que se vive en los centros migratorios y con la migración; nada garantiza que hechos de esta naturaleza no se vayan a repetir.

El estado en que se encuentran los centros migratorios y su funcionamiento es cuestionable desde donde se le vea, no se generaliza, pero más de alguno es similar al de Juárez. Hay evidencias de las condiciones adversas de los trabajadores de los centros y todo indica que los protocolos o no existen o no se cumplen, es el colmo que en el centro todo parece que no hubiera ni un extinguidor que pudiera ser utilizado ante cualquier incidente. Cerrar el inmueble tiene sentido es tratar de respetar la memoria de los migrantes calcinados.

Algo ha venido pasando en diversas ciudades del país con los migrantes. Ciudad Juárez que históricamente es generosa y empática con los migrantes pareciera que está entrando en proceso de  transformación que merece la mayor de las atenciones.

El presidente municipal juarense aseguró que la detención de migrantes se debió a quejas ciudadanas. Las razones son profundamente delicadas: habla de que las molestias se debían a que los migrantes estaban por todas partes, que aseguraban que le daban “un mal aspecto a la ciudad” y que “algunos de ellos estaban siendo violentos”.

Lo que hay en el fondo es una mirada xenófoba que debe inquietarnos, porque no solamente es el caso de Ciudad Juárez, también se da en otras ciudades. Se ha incrementado una mirada que no deja de sorprendernos. Inquieta también, porque somos un país migrante y conocemos en nuestras entrañas la importancia de la migración a lo largo de nuestra historia y lo que significa para la economía del país.

Sumemos otro factor, en los últimos dos años se ha incrementado de manera significativa de nuevo la migración mexicana. Hay buenas razones de ello, pero lo importante es considerar que la migración es parte de nosotros y que deberíamos tener una actitud distinta, esto igual aplica para los ciudadanos que para el gobierno; todo esto nos debería hacer más sensibles en nuestra cotidianidad ciudadana.

A una semana del horror aún no conocemos la delimitación de responsabilidades de los altos mandos encargados de la política migratoria. El Presidente ha colocado a la Secretaría de Seguridad a informar de lo que se va  investigando y conociendo, pero no hay hasta ahora elementos que permitan conocer si se ha planteado un acuse de recibo en la política migratoria en función de los hechos.

A una semana hay detenidos, pero no hay algo más que permita suponer que el gobierno está haciendo una profunda reflexión sobre la política migratoria. No basta con designar al padre Solalinde, quien ha recibido críticas por estar más cerca de la 4T que de los migrantes.

A una semana el horror sigue entre nosotros.

RESQUICIOS.

Trump estará hoy ante la justicia. Tendrá que rendir cuentas de muchos asuntos ilegales con los cuales se le relaciona. Su llegada ayer a NY mostró que sus seguidores no lo van a dejar solo, el show, se presume, está garantizado.