Quebradero

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PRI, ¿ahora sí el principio del fin?

Por Javier Solórzano Zinser

Desde hace tiempo se viene augurando el principio del fin del PRI. Elementos no faltan, pero en muchas comunidades el tricolor sigue siendo una fuerza real, independientemente del “todos tenemos un priista dentro de nosotros”.

La votación en el Legislativo sobre la extensión militar en las calles ha expuesto su abierta división. Con la evidencia del voto dividido de los y las legisladoras no se ve como una futura cohesión interna.

El PRI no será lo que fue, por más obvio que sea. No sólo se debe a que el país es otro, sino sobre todo a que dejó de entender la dinámica del país y no ha hecho un acuse de recibo del 2018.

Morena paradójicamente va en camino de ser un emulo del tricolor, pero corregido y aumentado. El PRI ya no tiene por dónde colarse en el ánimo ciudadano, lo que pueda ganar será por errores de otros, coyunturas o por sumarse a Morena y poner cara de que ganó una votación cuando en el fondo fue utilizado para ganar esa votación.

López Obrador conoce al PRI como pocos. Sumemos que el tricolor no ha mostrado evolución alguna, al tiempo que las complicidades siguen siendo un factor de definición. Al tricolor se le fueron olvidando las causas sociales para optar únicamente por utilizar al poder como su forma de existencia.

Con Peña Nieto el PRI fue utilizado de manera oprobiosa. El tricolor todavía le dio al gobierno capacidad de maniobra hasta que el hartazgo apareció como la variable central de la sociedad. De nada sirvió la lamentable expresión de “roban, pero saben cómo hacerlo”, al final nomás robaron.

El deterioro de Peña Nieto fue paralelo al deterioro del PRI. La elección del 2012 le dio un respiro y un engaño al tricolor, pero entre Peña Nieto y el mismo PRI se encargaron de mandar al cajón del olvido y desprecio al gobierno y su partido.

Se convirtieron en un estorbo para la sociedad, no se supieron reinventar y siguieron creyendo que conservando el poder podían hacer lo que quisieran. Ni siquiera se dieron cuenta que estaba creciendo un partido político con características similares, pero con la diferencia que tenía en López Obrador a un personaje que generaba todo tipo de esperanzas.

Los votos de los legisladores priistas que apoyaron la propuesta de extender la presencia de los militares en las calles hasta 2028 acabaron siendo el voto del miedo.

Se podrá argumentar que es una propuesta del PRI, pero recordemos que el proyecto original a duras penas llegaba a tres cuartillas, no tenía fundamentos, lo que llevó a considerar que estaban haciendo lo que el Presidente quería para cubrirse las espaldas. Pasaron de querer plantear una alternativa a un grave problema del país a ser cómplices de una decisión que tiene un riesgo por ahora incalculable.

Alito pasó de ser señalado, de ser el eje de la audioteca de la estridente gobernadora, de ser amenazado, lo que le llevaría a perder el fuero, a algo que parece hoy un singular y hasta cierto punto inexplicable perdón. En el camino, la diputada priista que hizo la propuesta resulta que ya es magistrada en Durango.

Queda la impresión de que algo les ofrecieron, algo les sabían o la nueva propuesta acabó por convencerlos, aunque fuera casi igual a lo que había. En algunos casos se cambió el voto de la noche a la mañana, lo que incluye también al PRD.

Quizá no se alcance a apreciar por ahora la trascendencia de lo sucedido en cuanto lo que significa la extensión de las Fuerzas Armadas en las calles hasta el 2028. Quizá tampoco en el PRI se tenga conciencia de la bronca que se traen internamente.

En ambos casos los riesgos y en el PRI parece que ahora estamos ante el principio del fin.

RESQUICIOS

La orden de aprehensión en contra del exgobernador de Tamaulipas Cabeza de Vaca a 4 días de que dejara el cargo era previsible. A ver qué hacen con él si lo detienen, porque debe cargar interesantes secretos, y se sabe que no hay manera de gobernar el estado como si la delincuencia organizada no existiera.