Quebradero

Share

Inseguridad y la oposición

Por Javier Solórzano Zinser

La inseguridad ya es un gran problema para el gobierno. La venimos arrastrando desde hace tiempo, pero hechos recientes han colocado al gobierno en el centro de la crítica.

Al Presidente se le están juntando problemas en la materia a lo que hay que sumar las muchas promesas que se hicieron para resolver la lacerante violencia, la cual ya va siendo una lamentable forma de vida.

Más allá de las interpretaciones políticas que se le quieran dar a este delicado asunto, en particular para señalar al gobierno y al Presidente, el país está pasando por un proceso mucho muy grave y no se le están viendo salidas con las estrategias actuales.

Lo que vino a provocar el asesinato de dos sacerdotes jesuitas fue sacudir los escenarios que se repiten en muchas ciudades del país, la congregación jesuita terminó por decir “ya nos tocó a nosotros”.

Sacude porque se trata de sacerdotes, rebasa la treintena de ellas quienes han sido asesinados en los últimos 15 años, y también porque se trata de los jesuitas, quienes de alguna manera han estado cerca de los planteamientos del Presidente, presumimos que debiera existir una empatía o algo parecido.

El Presidente debe tomar atención del tema más que partir, como a menudo lo hace, de que lo que hay detrás de la crítica es un ataque a su gobierno y su proyecto.

Son muchas las voces de dentro y fuera del país por parte de diferentes actores sociales, algunas y algunos de ellos de gran influencia en la sociedad, que están planteando que se dé un giro a la estrategia de “abrazos no balazos”.

El asunto ha venido creciendo y se pudiera convertir en un tema que coloque al Presidente en escenarios adversos. En buena medida, López Obrador ha logrado tener control de la agenda, debido a que el poder de su discurso se vuelve apabullante, todo se concentra en lo que dice y no necesariamente en lo que está sucediendo.

Las cosas no necesariamente son como dice el Presidente, porque su planteamiento de los “otros datos”, como demostración de lo contrario de lo que se le señala, se ha venido desgastando, porque en pocas ocasiones conocemos esos “otros datos” y porque la terca realidad alcanza a los ciudadanos.

No se soslaya el sentido que tiene buscar salidas al problema de la inseguridad a través de atacar las condiciones sociales y económicas que se viven en el país; sin embargo, no ha dado resultado, porque la estrategia no ha terminado por ser integral.

No se trata de entrar en terrenos de la violencia por la violencia misma ni mucho menos “mátalos en caliente”, el Estado debe ser garante de la seguridad de los ciudadanos para lo que tiene el derecho del uso de la fuerza consagrado constitucionalmente y para ello se supondría que en las reuniones diarias de las seis de la mañana, junto con todo el trabajo del día, les abre espacios para definir qué hacer y cómo hacerlo.

Las exhortaciones de cambio en la estrategia del gobierno son cada vez más recurrentes, porque la delincuencia organizada se está expandiendo entrando en terrenos como la extorsión, la cual está permeando en toda la sociedad sin importar la condición económica de los extorsionados.

Este tema puede unir a la oposición y a muchos ciudadanos en una causa común. Es un tema que afecta por igual y ante el cual se han visto pocos cambios, se anda buscando resolver o al menos atemperar las cosas militarizando el país cuando se prometió lo contrario.

La violencia bajo la que estamos puede unir a la oposición. Pocos temas como éste en el que millones de personas viven con la muerte cotidiana, la extorsión, el desplazamiento, la incertidumbre familiar en medio de la impunidad y la impotencia.

RESQUICIOS

La cautela ante las agresiones a los periodistas es una manera de protegerlos. La reacción del gobernador de Jalisco ante el ataque a la periodista Susana Carreño en Puerto Vallarta no ayuda, su inmediata declaración de que fue “un robo” se va diluyendo; ¿qué cuesta esperar las investigaciones?