Quebradero

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Cómo y quién para la continuidad

Por Javier Solórzano Zinser

La narrativa de la llamada 4T no va a cambiar, es parte de su sistemática reiteración de su muy compleja ideología. Buscan reconstruir la historia para fortalecer el proyecto y expandirlo, quieren hacer de la historia su historia.

A menudo se mueven bajo la cuestionable idea de que todo empieza y termina en el proyecto de López Obrador. Han venido creando nuevas reglas en el país, las cuales, en muchos casos, paradójicamente, han sido rotas por quienes las establecen.

Entramos a los tiempos en que se va a buscar consolidar el proyecto. El Presidente habla de que se han creado nuevas bases, las cuales tienen que consolidarse en los próximos años. La consolidación del proyecto es obviamente clave para el Presidente, es lo que le dará sentido a su lucha de años.

Sin embargo, estos tres años han estado marcados por procesos confusos, desiguales y en algunos casos se han convertido en asuntos que tienen que ver con una narrativa que no necesariamente concuerda con el desarrollo del país.

Para hacer transexenal a la 4T es clave que el balance al final del sexenio tenga elementos estratégicos para que haya continuidad. Lo contrario va a llevar a una crisis, a pesar de que Morena conserve el poder.

Quien gane las elecciones va a tener que llevar a cabo un trabajo de reconstrucción e inevitablemente de conciliación. Va a ser muy difícil gobernar con un país tan dividido bajo el crecimiento de la oposición, no porque vaya a tener presencia nacional que pudiera quitarle a Morena la Presidencia, sino lo que significa su crecimiento y el equilibrio de fuerzas políticas para la toma de decisiones.

La sucesión es un tema de la mayor importancia bajo esta coyuntura, es el sí o el no a la continuidad del proyecto del Presidente. El tabasqueño no va a permitir que nadie se cruce en el camino, porque lo que quiere es extender lo que ha hecho, lo cual por momentos no se alcanza a ver del todo, aparecen más sombras que luces.

Lo que necesita López Obrador es la certeza de la continuidad. En el papel se lo va a dar la perfilada, quien se mueve invariablemente al ritmo de Palacio Nacional. Sheinbaum empieza a cargar con una percepción capitalina de que le preocupa más su imagen que la gobernabilidad de la ciudad, recientes encuestas lo manifiestan.

La Jefa de Gobierno está intensificando su presencia, se presume que quiere estar cada vez más a la vista. La capital es un factor, pero no es el país, lo cual debe ser un asunto para tomar en cuenta, sobre todo, por justificados regionalismos en más de un estado de la República.

No es casual la militancia de la Jefa de Gobierno con el Presidente, habrá que recordar, ella lo hace a menudo, los muchos años en que ha estado con el tabasqueño. Presumimos que hay una amistad, pero más allá de ello hay una evidente identidad.

Da la impresión de que cada paso que da lo que busca es reiterarle al Presidente su lealtad como lo ha venido haciendo a lo largo de años. Sheinbaum va a enfrentar diferentes escenarios en los cuales al Presidente no le va a hacer tan fácil meter las manos.

En medio de la complejidad bajo la cual vive Morena habrá que ver cómo se mueven las fuerzas del partido, al tiempo que tendrá que demostrar que tiene los arrestos para ser una muy buena candidata y presidenta, asunto latente día con día.

El Presidente exige lealtad para la continuidad. Como tótem de Morena dirigirá el tránsito sin dejar de considerar que en los años por venir se cruzará el desgaste político, las diferencias en el partido, los problemas del país y una oposición que por momentos parece salir del tsunami y su largo letargo.

Todo indica que ganará Morena, pero olvídense del 2018.

RESQUICIOS

Este domingo no sólo le diremos adiós a la entrañable Glorieta de La Palma. En Francia se va a jugar el futuro galo para los próximos 4 años y también el futuro de Europa y en una de ésas del mundo, la derecha y la señora Le Pen están peligrosamente al acecho.