El libro: una forma de la felicidad

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Por Sandra Luz Tello Velázquez

Es verdad que no existen recetas para encontrar la felicidad, quizá es un concepto negado por los escépticos y los pesimistas. También es cierto que el paraíso suele ser un sitio idílico e inexistente desarrollado desde la mítica imaginación; sin embargo, Jorge Luís Borges concebía al paraíso como el conjunto vivo de tinta y papel que habita en las bibliotecas y la felicidad se encontraba en el acto mismo de leer.

Leer es una experiencia de liberación, un ejercicio de la democracia, la lucha del intelecto, un juego sin reglas en el que se puede ganar sin competir. Los libros provocan lágrimas, suspiros, risotadas, desvelos, preguntas que en muchos casos se quedan sin respuestas, anhelos incumplidos, teorías, conceptos y mucha ciencia. Quiénes se inician en la lectura desde temprana edad, comienzan precozmente a desarrollar un amor que solo terminará con la muerte.

El hábito de la lectura inicia en casa, viendo leer a otros, a los mayores, que pueden ser padres, abuelos o hermanos. Después continuará en la escuela, que en muchos casos parece vacunar, limitar, pero cuando tenemos suerte reaviva la pasión por las letras, transformándolas en presencia histórica, en objetos y hallazgos, en poesía y prosa, en matemática pura o aplicada, en sorpresiva posibilidad.

Desafortunadamente no hay un incremento significativo de lectores de libros en México, pues según datos del INEGI el promedio de libros leídos por la población adulta fue de 3.7 ejemplares en el año 2021, una de las cifras más altas desde 2017, pero hemos quedado a deber, ya que en comparación con otros países, por ejemplo en España la media de lectura en adultos es de 10.9 ejemplares en un año.

Los motivos de la población adulta alfabetizada  para no leer son: la falta de tiempo, desinterés, nula motivación o gusto por la lectura, quizá no han encontrado ese Paraíso del que Borges hablaba, pues si aún existen las ferias de libros tradicionales es porque abren las puertas a la materialidad de ese desconocido y seductor laberinto de conocimiento, descubrimientos, historias, sentimientos, pensamientos contenidos en los libros.

Leer el 23 de abril, Día Mundial del Libro, es la mejor forma de festejar a uno de los más grandes inventos de la humanidad, la invención que prodiga el encuentro con el otro como extensión de la persona, para muchos una puerta de salida o de entrada, compañía pasajera o amigo entrañable, el espacio para la resistencia, para la insurrección.

Volviendo a Jorge Luis Borges (1899-1986) los dones de los libros solo pueden llegarnos a través del ejercicio de la lectura y esta es goce personal, un placer y el placer no es obligatorio.