Quebradero

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Frontera sur, de nuevo al límite

Por Javier Solórzano Zinser

De nuevo se está presentando en la frontera sur una significativa presencia migrante.

Se ha detectado una nueva presencia de haitianos. No quieren quedarse y quienes llevan algún tiempo fuera por ningún motivo quieren regresar. Los haitianos no quieren vivir los conflictos políticos a lo que se suma la pobreza, la corrupción, la violencia y la falta de oportunidades de empleo; llevan un buen tiempo dispuestos a tomar cualquier riesgo con tal de salir y no volver.

Recordemos que un flujo importante de ellas y ellos trabajaron en Brasil en la construcción de las instalaciones para los Juegos Olímpicos de Río, la Copa Confederaciones y el Mundial. Fueron una mano de obra barata y efectiva, lo que les permitió a muchos trabajadores resolver sus problemas económicos y los de sus familias y a los brasileños organizar todos los eventos en los que se metieron.

Un buen número de haitianos se quedó en Brasil, otro se fue a Colombia, Ecuador, Panamá y México. La gran mayoría de los que vinieron al país terminaron en Tijuana, era el único punto que identificaban de la frontera México-EU, esperanzados en el proyecto migratorio de Barack Obama.

En Tijuana sacaron ficha para solicitar en el departamento de migración de EU el permiso para pasar. El proyecto se vino abajo a la entrada de Donald Trump y la mayoría se quedó en Tijuana. Los que lograron pasar terminaron en Florida, donde se encuentra la colonia más grande de haitianos en EU.

Lo que padecieron fue brutal. Primero tuvieron que dirigirse a Brasil para trabajar, cuando terminó su chamba decidieron venir a México, luego tuvieron que recorrer parte de Sudamérica y Centroamérica bajo condiciones brutalmente adversas. En muchos casos fueron vejados, algunas mujeres abusadas sexualmente teniendo que atravesar zonas difíciles por la bella y compleja orografía.

Quienes no pudieron entrar a EU se quedaron en Tijuana donde han sido bien recibidos, reconociéndoles su voluntad de trabajo. Las cosas han llegado a tal grado que se han formado familias haitiano-mexicanas.

El nuevo flujo es difícil de organizar. Nuestro país conserva una actitud pasiva en la frontera sur debido fundamentalmente a sus acuerdos con EU. A la migración haitiana sumémosle también que no ha parado la centroamericana y que ahora se ha intensificado de nuevo la mexicana, después de algunos años en que había disminuido.

Lo que va quedando claro es que los proyectos que se diseñaron entre México y EU para Centroamérica, buscando invertir para generar empleos y así ir evitando la migración, no han dado resultado o no se han enviado los dineros.

El estado de las cosas en Honduras, Guatemala y El Salvador no ha cambiado porque el problema no es sólo de inversión, también son las condiciones políticas, la violencia, violación de los derechos humanos y la imparable presencia de las bandas, entre las que destacan las “Maras”.

El drama de muchas familias pasa por la dolorosa decisión de los padres de pedirles a sus hijos que dejen sus lugares de origen porque lo contrario es exponerse a la delincuencia, con todo lo que esto significa para los adolescentes y jóvenes.

La problemática no ha dejado de estar entre nosotros. La nueva variable es que están regresando a los migrantes a México y no a sus países de origen, ante la pasividad y los singulares acuerdos entre México y EU.

Estamos ante un flujo migratorio que nos obliga una vez más a entender a los migrantes y asumir que el tema es multilateral y de nosotros.

Es cuestión de muy poco tiempo para que se vuelvan a desbordar las cosas.

RESQUICIOS

A pesar de que la revocación de mandato está en la Constitución, hay pendientes que pasan por el Congreso, las cosas en esta instancia no van a ser nada fáciles. Parece que al Presidente le urge que le digan que se quede tres años más con todo y que los votantes lo elegimos por 6 años y no para que a la mitad nos pregunten si queremos tres años más.