¿Cuánto más y hasta cuándo?

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Por Raúl Arias Lovillo

¿Cuánto más y hasta cuándo? Son preguntas que muchas personas conscientes y responsables de nuestro país nos hacemos con mucha frecuencia en los últimos tiempos.

Pareciera que el gobierno de AMLO no tuviera límites para violentar todas las normas para perseguir sus objetivos políticos. El último episodio sobre la publicación del reportaje del New York Times ilustra esto de manera muy clara. El presidente de México no ofrece una respuesta a la altura de su investidura a la audiencia nacional ni al resto del mundo, tal vez sólo responde a sus feligreses. Nos hubiera gustado que su defensa se hiciera con argumentos razonados y no con improperios; después, resulta muy grave que difunda los datos personales de una periodista, que considere que la ley no aplica para él y que desestime los riesgos que le genera a dicha persona; y resulta muy preocupante que advierta que lo volvería a hacer si lo juzga necesario, para cerrar con su lapidaria visión: “por encima de la ley está mi autoridad moral y política”. Un retrato muy claro de un presidente autoritario y torpe, no del jefe del Estado mexicano que juró defender nuestra Constitución.

Sin duda, este episodio otorga toda la razón a los millones de ciudadanos que nos hemos movilizado masivamente en tres ocasiones en varias ciudades del país para defender nuestra endeble democracia; somos esos ciudadanos que pensamos que no se pueden destruir los contrapesos que exige una auténtica democracia.

El convencimiento del presidente AMLO de que su autoridad moral está por encima de la ley ha transitado a lo largo de todo su sexenio. La cancelación del AICM, la desaparición del Seguro Popular, la supresión de fideicomisos, la imposición de sus tres magnas obras (AIFA, Dos Bocas y Tren Maya), su ataque frontal a los organismos autónomos y particularmente su ofensiva contra la SCJN, la terquedad de continuar con la estrategia de “abrazos, no balazos”, el deseo de suprimir las minorías en el Congreso, tienen el signo del autoritarismo y de la flagrante violación de muchas leyes.

Mientras tanto los seguidores de AMLO deciden voltear para otra parte, o desautorizan a los mensajeros sin detenerse a realizar un pequeño análisis de todas estas acciones. Para ellos es suficiente que las decisiones sean del presidente para avalar que son buenas y están justificadas. Imposible que piensen en las consecuencias económicas que tendrá el despilfarro de enormes cantidades de recursos públicos en el mantenimiento de PEMEX, en las magnas obras, en las campañas electorales de Morena para mantenerse en el poder, etc, etc, etc.

Nos encontramos con un gobierno totalmente irresponsable por su particular estilo de gobernar con ocurrencias y autoritarismo, pero también de seguidores inconscientes de los males que acarrean las acciones y errores de AMLO.

¿Cuánto más y hasta cuándo acabará esto? No lo sabemos, la respuesta definitiva la tendremos con los resultados de las elecciones del próximo 2 de junio. Pero ya se observan algunas tendencias. Basta con acercarse a la gente y consultar. En mi caso, que uso diariamente los taxis como medio de transporte, observo un cambio importante. Al inicio del sexenio las encuestas que levantaban los taxistas informaban que sólo uno o dos pasajeros, de cada diez que subían al vehículo, eran opositores del gobierno; hoy, me dicen los taxistas, solamente dos o tres votarán por Morena de cada diez. Otros ciudadanos consultan el sentir popular en los mercados, con los boleros, salones de belleza y peluquerías, etc.; en todas partes la tendencia es la misma, la gente está harta de autoritarismo, mentiras, mediocridad y malos resultados de gobierno, la sociedad está desilusionada. Tal vez esto mantiene hoy muy preocupado al presidente y su partido. Salgamos a votar con toda libertad y decidamos el futuro de México y Veracruz.