Quebradero

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No fue un domingo cualquiera

Por Javier Solórzano Zinser

A pesar de que la marcha del domingo cumplió con los objetivos de la movilización con tintes nacionales, es probable que el Presidente intente pasarla de largo o termine por descalificarla.

Lo de ayer adquiere una particular dimensión porque no solamente se trató de la Ciudad de México, sino también de 26 ciudades en el país. A pesar de que se quiera descalificar la marcha, no se puede pasar por alto que permeó y que de alguna manera se ubicó en el imaginario colectivo.

Las cuentas del titular de Gobernación de la capital caen en el absurdo. Asegurar que solamente estuvieron en las calles entre 10 y 12 mil personas no tiene sentido, porque las evidencias son otras, ahora sí que hay “otros datos” a la vista, porque las principales avenidas con destino al Monumento a la Revolución estaban desbordadas.

Si de lo que se trataba era de desacreditar la movilización ese camino no era el indicado, porque las evidencias son otras.

En algunos casos se habla de una movilización de 200 mil personas, bien se sabe que entramos en terrenos de la guerra de cifras, lo cierto es que las cosas tienen que verse desde la voluntad de ciudadanos de salir a la calle un domingo en la mañana para manifestarse, el contenido de su protesta y el número de personas que se movilizó en todo el país.

Quién sabe si fueron 200 mil o menos lo que queda a la vista claro es que no fueron entre 10 y 12 mil, cifra que está terminando por ser un dato que busca que permee entre las y los simpatizantes del Presidente, el partido y la propuesta de reforma.

La lógica indicaría que López Obrador debiera tomar en cuenta la movilización para replantearse y escuchar las críticas y observaciones a su Reforma Electoral. La razón central está en que en la sociedad existe un número significativo de ciudadanos que quiere que las cosas sean diferentes a como las está planteando. Encuentran en el INE la instancia autónoma para desarrollar los procesos electorales del país. El instituto queda claro que es perfectible, la importancia de una revisión sobre el INE debe pasar por los tiempos políticos para no ponerlos en duda con la propuesta de un nuevo modelo que con razón en muchos de sus planteamientos que merecen cuestionamientos profundos, como en otros QUEBRADEROS lo hemos explicado.

No hay indicios que por la historia y por la importancia que el Presidente le concede a su proyecto de Reforma Electoral vaya a cambiar su perspectiva de las cosas. Lo sorprendente sería que cambiara para buscar entendimientos, porque por más que las críticas a su proyecto tienen razón de ser, todo indica que no pasa de por medio una mirada autocrítica o paradójicamente democrática para escuchar a los otros.

Algunos de los argumentos que se han presentado en favor de la reforma, poco o nada tienen que ver con el sentido de la democratización del país y los grandes logros de los últimos años.

Lo importante de ayer es que parece ser que estamos ante el inicio de movilizaciones de toda índole por parte de la ciudadanía en el marco de una situación que ha sido una constante en los últimos años: el Presidente y sus seguidores pueden empezar a tener compañía en las calles de grupos opositores.

Quizá el camino para el 2024 pueda empezar a tener nuevos derroteros. Detrás de la movilización de ayer aparece una parte de la sociedad pujante que va más allá de los conceptos clasistas de fifís y chairos.

Lo peor que puede hacer el Presidente es descalificar por principio o menospreciarla. Lo de ayer tiene que ver con lo que muchos pensamos que debiera ser el país; se vale disentir.

RESQUICIOS

Ayer se dio un capítulo más del máscara contra cabellera en las redes. Cada quien interpretó a su manera la marcha, lo cual iba desde la sobrevaloración hasta la desacreditación colocando como un dato real, nos preguntaban el número de asistentes a la manifestación que de manera singular presentó el titular del Gobierno de la capital; andamos en lo que nos conviene.