República y democracia en Veracruz

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Por Uriel Flores Aguayo

Se supone que nuestro sistema de gobierno es republicano, basado en las leyes, y que ejercemos la democracia, la elección libre de los gobernantes. En ese sentido podríamos partir de la división de poderes, la igualdad ante la ley, el respeto a los derechos humanos y el sufragio libre.

Todo eso queda en supuesto. Vivimos un débil Estado de Derecho. Nuestra realidad es radicalmente distinta: no hay real división de poderes, solo existe en la formalidad. Sin esa condición republicana y democrática tampoco hay pleno Estado de Derecho. La fuente del poder no son las elecciones libres. Es el reino de la simulación. Los poderes se alinean en general con los intereses del partido oficial y, en particular, con las ambiciones y ocurrencias de un pequeño grupo. En esas condiciones no puede haber legalidad plena, ni justicia, ni eficiencia, ni transparencia, ni desarrollo y tampoco respeto a la pluralidad ideológica y política de la sociedad veracruzana.

Su fin justifica sus medios. En aras de un imaginario proyecto transformador hacen del gobierno asunto de partido y practican los añejos modos del clientelismo y el corporativismo. Es la vuelta al despotismo y a la ignorancia. Como en los viejos tiempos del PRI pero sin talento y desbordada ambición.

Este sistema monopolista y arcaico es caldo de cultivo para la corrupción extrema y la más descarada simulación. Casi nada puede funcionar correctamente en obras y servicios si se basan en criterios partidistas. Su permanente campaña preelectoral distrae recursos y personal, los funcionarios, legisladores y magistrados están ocupados en asuntos partidistas buena parte de su tiempo laboral. Son un fraude en todos los sentidos.

La seguridad es precaria porque se orienta a la justificación presupuestal y a la recaudación. Lo que menos les interesa es la seguridad ciudadana. La justicia se encuentra politizada, se ocupa para ajustes de cuentas. Su papel es patético. Y así podríamos hablar de educación, carreteras, turismo, medio ambiente, desarrollo social, etc. No les importan los resultados con positivos efectos colectivos; lo suyo es fortalecer al partido oficial, movilizarse en cuanta ocurrencia surja del Presidente y simular una transformación que únicamente ocurre en sus cabezas.

Vivimos un retroceso brutal en términos democráticos. Ya ni hablar de que estuviéramos ante una experiencia de izquierda. Eso no ocurrió. Los pocos que venían de ese campo de ideas y lucha están marginados o asumen incondicionalmente las reglas de la nueva clase política.

Es grave lo que pasa en Veracruz, mucho más por el engaño de quienes se presentaron como regeneradores y resultaron más de lo mismo. Es grave porque confunden a la gente, hay quien les cree o les da un voto de confianza por la simpatía con AMLO.

No es imposible asumir como tarea central de carácter democrático el desenmascararlos e impulsar una agenda alternativa que sea adoptada por algunos sectores del morenismo, líderes y organizaciones ciudadanas, así como partidos opositores. Es mucho, complejo y enorme lo que nos espera para vivir democrática y republicanamente en Veracruz.

Pero no hay de otra. Solo con contrapesos y limitaciones al poder ejecutivo se puede vivir en libertad y con ruta de desarrollo. Para que la sociedad funcione democráticamente se debe respetar y estimular su pluralidad. El pasado oscuro, cerrado, excluyente y monopólico es disfuncional en una sociedad que se reivindica abierta, que se comunica velozmente y hace lo necesario por progresar.

Este gobierno estatal es un obstáculo para que vivamos seguros, con buenos servicios, libres y con bienestar en general.

Recadito: cada vez más la opinión pública cuenta e influye en los asuntos colectivos de Xalapa.

Ufa.1959@gmail.com