Quebradero

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¿Qué quieren que sea el INE?

Por Javier Solórzano Zinser

La concentración del poder lleva a visiones y decisiones unilaterales a la par que a la inhibición de la participación ciudadana. Si algo se ha tratado de hacer con nuestra trompicada democracia es descentralizar decisiones buscando que los gobiernos tengan equilibrios para su escrutinio y un mejor ejercicio del poder.

Entre más se ensancha la democracia, la sociedad encuentra más canales de participación, los cuales no sólo se definen a través de los partidos. Estamos bajo la paradoja de que los partidos son el instrumento para acceder al poder, pero cada vez representan menos a los ciudadanos.

Existe un manifiesto descrédito de los partidos, pero se entiende que a través de ellos se organiza la sociedad para su gobernabilidad, están en los terrenos del mal necesario. No se puede acceder al poder sin ellos, pero con ellos aparece la desconfianza.

Algunos partidos son impresentables y no tienen detrás de ellos una ideología y una filosofía coherente. Se han metido entre nosotros como la humedad, igual son franquicias familiares que satélites de los partidos que alcanzan mayoría.

La crisis de los partidos va para largo. Un elemento importante para la democracia y la gobernabilidad son los institutos autónomos que colocan a la sociedad con certezas en áreas que en otro tiempo estaban concentradas de manera grosera y autoritaria en los gobiernos.

La crisis electoral de 1988 es uno de los grandes detonantes para entender que las elecciones debían desarrollarse de manera autónoma. Vivíamos bajo discrecionalidades, imposiciones e impunidades lamentables que atrofiaron la democracia.

En buena medida el desarrollo democrático en las últimas décadas se debe a la gran batalla que ha dado la oposición. Al PRI le da por colocarse la medalla del cambio; sin embargo, al tricolor no le quedó de otra que asumir los procesos de transformación. Las presiones fueron muchas sin dejar de reconocer que al interior del PRI hubo quien defendiera el cambio político.

El INE, antes IFE, es una de las piezas más acabadas de la democratización de la sociedad. Es un instituto que cuesta mucho dinero porque busca, entre otras cosas, generar confianza electoral en un país que ha vivido históricamente en la desconfianza.

No es casual que el INE sea hoy una de las instituciones que más confianza genera en la sociedad. Quiere decir que los ciudadanos encuentran en el instituto una instancia en la cual pueden creer en un tema que nos ha acompañado bajo la controversia e incredulidad, los procesos electorales.

Se nos vienen días muy difíciles con este tema. El Presidente va con todo para tratar de hacerle cambios al INE, los cuales están partiendo de un diagnóstico equivocado y también de una experiencia personal desfavorable.

La elección de 2006 estuvo marcada por la confusión a la cual el IFE ciertamente se sumó. Pero el problema no estuvo en el instituto estuvo en el TEPJF, el cual no tuvo forma en el marco legal de aquellos años, de sancionar la intromisión grosera del expresidente Fox.

López Obrador sigue teniendo el tema en su mente, dice que no es rencoroso, pero no olvida. El tema está en su radar como forma de definir al INE. Ha pasado mucha agua por el río como para quedarse con esa idea en la cabeza.

Tener la mayoría no da la razón para hacer con el INE lo que quieran. El instituto es pieza central de nuestra democracia, no tiene sentido histórico hacerlo así, porque lo que se ha buscado en nuestra trompicada democracia es que sea integral y que no obedezca a un grupo en el poder.

La elección del 88 que afectó a la democracia y a Cuauhtémoc Cárdenas debería estar en la cabeza de quienes quieren un INE a su imagen y semejanza.

RESQUICIOS

A como dé lugar quieren quitarle el fuero al gobernador de Tamaulipas. No se soslayan las irregularidades en las que pueda estar involucrado, lo que llama la atención es la prisa. Quieren ponerlo tras las rejas antes del 6 de junio. ¿Qué le saben o qué les sabe?