Quebradero

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El principal problema

 

Por Javier Solórzano Zinser

Por más que se pondere que en los últimos años las cosas han venido cambiando en materia de seguridad es evidente que hay muy poco que contar.

La multicitada estrategia de “abrazos no balazos” no respondió al tamaño del problema, porque en algún sentido se banalizó lo que estaba pasando. Pedirle a las mamás que hablen con sus hijos que son parte de la delincuencia organizada resultó también otro petardo.

En un buen número de casos los familiares saben en lo que están sus hijos y sin que lo avalen no les queda de otra que aceptarlo, porque además su “actividad” es una fuente de ingresos. También hay casos en que para algunos jóvenes pertenecer a los cárteles es un elemento aspiracional; recordemos la pinta en una barda de Culiacán: “prefiero cinco años de rey y no una vida de buey como mi papá”.

Desde hace tiempo se han venido dando palos de ciego. Queda la impresión de que no se tiene un diagnóstico preciso sobre lo que está pasando y se han ido presentando presuntas soluciones parciales que en un buen número de casos han terminado en ocurrencias.

En la pasada administración se lanzó al Ejército a las calles y las cosas en lo general no han cambiado. Tenemos los mismos problemas en los mismos estados y en muchos casos se agudizan. López Obrador llegó a decir, más en tono político y de descrédito que de análisis, que había estados gobernados por la oposición que tenían más problemas que los gobernados por Morena como si en algunos de éstos no estuviera pasando nada.

Ya nos hemos dado cuenta que lo que se ha hecho hasta ahora funciona parcialmente sin lograr frenar de manera significativa los innumerables problemas que tenemos. A menudo desde el gobierno se hacen cuentas alegres sobre la violencia en el país pero es indudable que estamos metidos en un agujero cada vez más profundo.

Estos primeros días del gobierno de Claudia Sheinbaum han sido violentamente terribles. El asesinato de migrantes en Chiapas el cual pareciera que ya es un hecho del pasado se ve como parte de nuestra cotidianidad, a lo que se suma que los migrantes muertos son de países lejanos al nuestro, como apunta Eduardo Guerrero. No se sabe por ahora de algún reclamo o algo parecido por parte de las embajadas de los países de donde eran originarios los migrantes.

Muchos hechos violentos se han presentado, pero muy probablemente la decapitación en Chilpancingo, como acto de brutal violencia, pero, sobre todo, como una manifestación de grupos de la delincuencia organizada es un hecho que nos muestra la cruda realidad. El asesinato de Alejandro Arcos presidente municipal de la capital de Guerrero es un hecho que evidencia las innumerables fallas en la gobernabilidad del estado y en algún sentido en el país.

El gobierno estatal está rebasado con una capacidad de maniobra mínima para enfrentar una situación que está a la vista. Desde hace tiempo como se hicieron públicas las conversaciones entre cabezas de uno de los cárteles que operan en el estado con quien era presidenta municipal de Chilpancingo. El asesinato es una manifestación de poder, fuerza, dominio y también una amenaza y mensaje para todos y para demostrar quién manda.

Existe una obvia expectativa por la presentación de la estrategia de seguridad. En el diagnóstico estará en buena medida la solución del problema. No hay manera de regresar al Ejército a los cuarteles, porque es nuestra última puerta para enfrentar una situación brutalmente agobiante y peligrosa.

La sociedad tiene que recobrar su tranquilidad. Hemos hecho de la inseguridad una forma de vida. Omar García Harfuch es el personaje quien deberá diseñar nuevas estrategias porque con lo que hemos hecho se ha avanzado muy poco para el tamaño del problema.

RESQUICIOS.

Estando las cosas como están en Sinaloa es absurdo querer cambiar los principios rectores de la UAS sin consultar a la comunidad universitaria. Cada vez tiene menos peso el gobernador, quien empieza ser una pieza prescindible.