Por Carlos Tercero
En su obra «La venganza de la geografía», Robert David Kaplan desarrolla la idea central de que la geografía no es solo un escenario pasivo donde se desarrolla la historia y trasciende la vida circunscrita a un territorio, sino un factor determinante que ha moldeado el destino de las naciones; circunstancia que parece alterarse ante la globalización y los avances tecnológicos que han transformado la manera en que los países interactúan, pero donde la geografía sigue siendo un factor clave para entender las dinámicas geopolíticas. En el contexto de América del Norte, esta premisa adquiere especial relevancia al analizar la relación entre México y Estados Unidos, así como la posición de ambos en el escenario global.
Kaplan argumenta que la ubicación geográfica de un país define sus oportunidades y limitaciones que, para el caso de México, por ejemplo, ocupa una posición estratégica pero también vulnerable. Comparte una frontera de más de tres mil kilómetros con Estados Unidos, la economía más poderosa del mundo, lo que lo convierte en un actor clave en términos de comercio, migración y seguridad; proximidad que conlleva presiones políticas, económicas y culturales que han moldeado desde el siglo XIX la historia de la relación entre ambos países; ejemplo claro de cómo la geografía define la política, creando una interdependencia compleja y, en ocasiones, ríspida.
Estados Unidos ha sido beneficiado por una geografía privilegiada; flanqueado por dos océanos y con vecinos al norte y al sur, con una economía relevante, aunque menor en comparación, ha disfrutado de una seguridad territorial que le ha permitido expandirse y consolidarse como una potencia global; sin embargo, esta misma ubicación lo ha llevado a desarrollar una relación de claroscuros con México, marcada por la cooperación económica, pero también por tensiones migratorias y de seguridad que se han incrementado con el reciente cambio de administración federal y las nuevas políticas de imposición arancelaria. La frontera entre ambos países es uno de los puntos más transitados y también uno de los más vigilados del mundo, con una dualidad en su naturaleza que representa oportunidades y amenazas al ser puerta de entrada para el comercio, así como suministros y mano de obra, pero igualmente vulnerable para el tráfico ilegal de productos y personas.
Para México, la frontera es un recordatorio constante de la alta dependencia económica y política de su vecino del norte, en una relación profundamente influenciada por la geografía y la historia, aderezada con un fenómeno migratorio global que ha tomado, o al menos intentado, a nuestro país como puente de acceso. Desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ambas naciones han potenciado una interdependencia económica que ha transformado sus sociedades, derivado de esta interacción comercial que demanda millones de empleos en ambos lados de la frontera; no obstante, la asimetría económica y política que ha generado tensiones, especialmente en temas como la migración y el narcotráfico. La migración, en particular, es un tema que ilustra la complejidad de esta relación.
El narcotráfico es otro tema que ha definido la relación entre ambos. La demanda en el norte ha alimentado un lucrativo mercado que ha tenido consecuencias devastadoras hacia el sur, donde los cárteles han desatado olas de violencia que han desestabilizado regiones enteras. Se presiona a México para que intensifique sus esfuerzos en la lucha contra este flagelo, pero en contraparte, parecen no hacer lo suficiente para reducir la demanda en su territorio. Esta dinámica refleja la asimetría de poder entre naciones y cómo la geografía los obliga a cooperar, incluso cuando sus intereses no siempre están alineados.
La geografía es factor determinante en esta relación, su interdependencia es innegable y, aunque las tensiones son recurrentes, la cooperación sigue siendo indispensable para el desarrollo de ambos, tan solo para estos días tenemos la imposición arancelaria al aluminio y acero. Sin duda, en los días por venir, otros más serán los temas de esta dinámica y obligada relación bilateral, que por momentos se siente como una Venganza de la Geografía.
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