Quebradero

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La basura debajo del tapete

Por Javier Solórzano Zinser

Si algo deben tener tener claro las y el candidato a la Presidencia es que el conocimiento del país se convierte en la pieza toral para sus proyectos de gobierno. Si les da por las ocurrencias o por lo que suponen sin tener bases de lo que somos van directo a la pérdida de los años.

Hay que insistir en ello, porque hemos estado gobernados por un Presidente realmente fuerte que recorrió en varias ocasiones todo el país, pero que al final en su gobernabilidad muchas cosas se quedaron entrampadas o bajo diagnósticos que no eran precisos. Las políticas de López Obrador no han cumplido del todo sus objetivos precisamente por ello, a ver los ejemplos, como es el caso de la salud y la seguridad.

La mala costumbre ha alcanzado a muchos gobiernos de Morena. Cuando se minimizan los problemas se pierde la dimensión real de las cosas. Recordemos cómo el gobernador de Sinaloa se atrevió a decir que el secuestro de más de 80 personas “son cosas que pasan”. En Campeche desde hace semanas hay un conflicto derivado de protestas de los policías a los cuales se les ha unido buena parte de la población.

La gobernadora ha minimizado el asunto asegurando que la gente está manipulada y que ella marchó en innumerables ocasiones lanzando un absurdo reto: a ver cuándo me alcanzan. De manera paralela el Presidente habla de politiquería, sin concederle atención a lo que viene pasando desde hace al menos un mes.

En Guerrero no hay día en que no se presenten hechos de violencia. La autoridad no está y sólo se le ve en cierto tipo de eventos, pero en lo que corresponde a la gobernabilidad del estado, que está pasando por uno de sus momentos más difíciles de su historia reciente, poco se sabe de lo que piensa y hace.

Chiapas está bajo una crisis que pareciera no tener fin. En los últimos años de manera paulatina se fueron metiendo grupos de la delincuencia organizada tratando de ganar la plaza por la importancia que tiene esta zona para el tránsito de drogas. El asunto está escalando sin que asome ni mínimamente la posibilidad de atemperar las cosas. A esto se suma el tema migratorio el cual a menudo está fuera de control, en buena medida por las políticas federales y por la desatención del gobierno estatal.

Poco o nada se sabe del gobernador. Pareciera que anda esperando el fin de su sexenio, sin que por ello asome la posibilidad de que en el futuro hay un cambio en el estado de las cosas.

Mencionamos estos casos por los hechos que se han presentado en ellos en las últimas semanas. La lista abarca otras entidades como Zacatecas, Morelos, Tabasco, Michoacán, Jalisco entre otros, en donde el diagnóstico de lo que está pasando es impreciso o de plano no saben qué hacer ante la terca realidad. Minimizar los problemas lleva a que tarde que temprano lo que termina por cuestionarse es a quienes encabezan los gobiernos.

Por más que desde el Ejecutivo sean apoyadas las y los gobernadores de Morena esto no quiere decir que estén haciendo sus deberes. Pareciera que bajo este supuesto están haciendo bien las cosas. No se debe soslayar que sin dejar de reconocer la gran popularidad del Presidente existen áreas estratégicas del gobierno que son severamente calificadas por los ciudadanos, escenario que se extiende a varios estados, no solamente a los gobernados por el partido oficial.

Suponer que con el apoyo del Presidente se logra en automático la solución de los problemas es un error, porque estamos en medio de problemas serios a los cuales se les minimiza para tratar de hacer ver que las cosas están bajo control.

El visto bueno presidencial no soluciona los problemas locales. Minimizar las cosas en lo estatal y federal es como esconder la basura debajo del tapete.

RESQUICIOS

Desafortunada, por decir lo menos, la campaña de Morena con playeras negras con el fondo de la Santa Muerte y la frase “Un verdadero hombre nunca habla mal de López Obrador”, todo un lamentable culto a la deidad y personalidad.