Quebradero

Share

El 5 de febrero del Presidente

 

Por Javier Solórzano Zinser

En el paquete de reformas que el Presidente presentará el 5 de febrero están al mismo tiempo su herencia, su legado y una estrategia política-electoral.

López Obrador le está diciendo a quien gane las elecciones, partiendo de los actuales escenarios Claudia Sheinbaum, cómo quiere que sea el país sin darle a nadie la posibilidad de meter las manos, opinar, buscar consensos; está visto que en este sexenio estos elementos no se han dado ni se darán.

La lógica indica que un Presidente presente reformas de gran calado al inicio de su administración para gobernar con ellas. Éste no es el caso. Lo que quiere López Obrador es que, se apruebe o no su propuesta, se establezca la forma en que debiera organizarse la sociedad. No se ve que pueda alcanzarle para que sus reformas sean aprobadas, en algún sentido lo que quiere es algo cercano a una nueva Constitución buscando la manera en que se vayan creando bajo cualquier escenario las bases para ello.

Pareciera que a Claudia Sheinbaum no le va a quedar de otra que apechugar, o quizá de alguna manera es algo en lo cual ella también cree. No se trata de que la candidata presidencial se manifieste en este momento, las razones pasan por lo político-electoral sin soslayar la gran empatía que sistemáticamente manifiesta quien resultó ser la corcholata favorita.

Sin embargo, tarde que temprano tendrá que hacer acuse de recibo de los planteamientos presidenciales porque si no se aprueban ahora, seguramente estará en ella que se puedan aprobar.

La apuesta del plan C de eso se trata. Se busca que en el mes de septiembre, tomando en cuenta que podría tener una mayoría calificada Morena y sus aliados y siendo que el Presidente deja el cargo el 1 de octubre, se podría aprobar todo lo que no ha podido aprobarse en los pasados años. Se trata de que el paquete del 5 de febrero se convierta en las nuevas formas de gobernabilidad en el país; todo indica que será la gran punta de lanza del cambio constitucional.

Por lo que ha planteado el Presidente algunas de sus reformas son cuestionables de origen, pero habrá que hacer una revisión a detalle, porque muy probablemente haya elementos que sean importantes y deberían ser vistos con la mayor de las objetividades.

Habrá que esperar qué sucede el 5 de febrero en que López Obrador ni siquiera se va a presentar en la ceremonia anual en Querétaro. Este acto pasará seguramente a segundo plano de manera inédita porque el Presidente va a querer jalar todos los reflectores para sus propuestas.

La gran incógnita sigue siendo qué tanto Claudia Sheinbaum, ante la eventualidad de su victoria, está al tanto de todo esto, porque insistimos no son lo mismo las reformas al inicio del sexenio que hacer reformas al final lo que obviamente provoca que se las herede a su sucesora.

No hay duda que todo esto se tiene que relacionar con el momento político. La muy probable no aprobación del paquete de reformas va a pasar de nuevo por los terrenos del maniqueísmo. La narrativa se dirigirá en contra de la oposición y de todos aquellos que se oponen a lo que plantea López Obrador.

En plena campaña los va a confrontar con el “pueblo” lo cual polarizará aún más las cosas y más en tiempos de elecciones. El Presidente sabe que no se van a aprobar las reformas, lo que va a hacer con ellas es usarlas en términos políticos con el ojo puesto en que su partido y aliados ganen el Congreso para que puedan ser aprobadas en lo que se presume será el tórrido mes de septiembre.

López Obrador está cerrando su sexenio vertiginosamente. Inaugura obras a la mitad, adelantan pensiones y el dinero para los jóvenes y para las personas de la tercera edad, y como fin de fiesta lanza una serie de propuestas en que se quiere quedar con todo.

RESQUICIOS.

La filtración de datos personales de los periodistas que acuden a la mañanera es un asunto muy serio. No se vale “tener otros datos” y menos minimizar el hecho. Esperamos que se den cuenta del valor del Inai.