Quebradero

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Tiempo de máscaras

 

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

Hay evidencias de que la sucesión va a ser complicada para el Presidente y su partido. Por más que López Obrador tenga el control lo que no va a poder tener del todo es el destino de las “corcholatas”.

Marcelo Ebrard no deja de ser por ahora un enigma. Que siga el discurso presidencial y que manifieste lealtad no va aparejado con sus declaraciones sobre cómo ve el proceso al interior del partido. Las reglas están en manos del Presidente, aunque el titular de Morena, otrora personaje cercano al canciller al que hoy se le ve empático con la “corcholata”, haga como si fuera quien dirige el tránsito.

Todo se rige desde Palacio Nacional y por ahora todas las “corcholatas” quieren quedar bien con Palacio Nacional. Ya llegará el día de otras definiciones. Por lo que se dice, será hasta julio cuando todo quede en manos directas del Presidente. Después de ello no queda del todo claro qué pase, porque no sabemos qué harán las “corcholatas” descartadas.

No queda claro, por ejemplo, qué tan de acuerdo están con temas como el de la Corte. Por lo que se ve en este asunto Ebrard es un enigma. Si nos atenemos a sus opiniones sobre el tema a lo largo de su vida política no tendría lógica que el canciller apoyara manifestaciones como la del sábado, en la que hasta féretros simulando la muerte de la presidenta de la Corte fueron utilizados.

Por lo expresado ayer por el Presidente no cabe duda que el singular gobernador de Veracruz cumplió con creces con su función de quedar bien con López Obrador. Las cosas quedaron claramente definidas ayer en la mañanera, porque al preguntársele al Presidente sobre un problema sobre el agua en el estado, respondió con un abierto elogio al gobernador por la movilización que organizó el sábado contra la Corte y su presidenta, en medio de agresiones a algunos periodistas en lo que terminó por ser un acto clientelar; por cierto, del agua no se dijo nada.

¿Cómo imaginan la Corte las “corcholatas”? Es algo que no sabremos hasta que se les aclare el panorama. Pero mientras son partícipes de todo lo que dice y ordena el Presidente, no les va a quedar de otra que apoyarlo por dos razones: porque creen en toda la andanada que trae el Presidente contra la Corte, o porque no les queda de otra que hacerlo para seguir en el radar de López Obrador en la complicidad.

Está claro que no se le puede llevar la contra al Presidente. La cuestión está en si alguna vez lo van a hacer o van a dejar que se convierta en una figura paralela hacia una futura gobernabilidad.

El Presidente quiere adelantar la sucesión en Morena no sólo para destrabar un asunto de enorme importancia, que por ahora está riesgosamente indefinido, sino también, porque a diferencia de lo que se piensa, le daría un respiro y hasta una mayor capacidad de maniobra.

Hay muchas preguntas que por ahora no tienen respuestas. Queda la impresión que en el papel la Jefa de Gobierno y el titular de Gobernación moverían poco o nada de lo que ha hecho y deshecho el Presidente, más bien se han encargado de hacer ver que seguirían con el mismo guion.

Presumimos que López Obrador puede ver las cosas de manera similar, de hecho, ha dado indicios de ello. Sin embargo, no casualmente mandó un mensaje hace pocos días al asegurar que el país se podría hacer hacia el centro, como decíamos hace pocos días bajo el supuesto de que sea la encarnación de la izquierda.

Todo apunta a que las “corcholatas” no se saldrán de su guion para no dejar de estar en el radar. Seguimos en lo que parece ser un juego de máscaras hasta que decida ysq.

Llegará el día en que sabremos si están de acuerdo con todo lo que se está viviendo y pasando en este nuestro país.

RESQUICIOS.

Son ya varias las decisiones que ha tomado la Corte que le son adversas al Presidente. Todo depende de cómo se quiera ver, para López Obrador son una bola de corruptos y para el análisis constitucional de las reformas propuestas es simple y sencillamente la aplicación de la ley.