Quebradero

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 Discusiones comunes

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

Roma.- Se deben tener formas de entendimiento independientemente de que exista una mayoría que pueda imponer su pensamiento. Cuando existe una mayoría que se impone más allá de su legitimidad, en ocasiones se la pasan sin escuchar a minorías, las cuales tienen derechos y obligaciones, el serio problema es que entremos en terrenos proclives al autoritarismo.

Estamos en tiempos en que la cohesión es una forma de organización, pero sobre todo de gobernabilidad. Imponer sin consultar es llevar las cosas al extremo, porque tarde que temprano habrá una reacción de diversos sectores de la población que no compartan las formas de pensamiento y gobernabilidad. Las minorías no gobiernan, pero son parte del proceso de cuestionamiento; está claro que no se gana para siempre y tampoco se pierde para siempre.

Los gobernantes están enfrentando coyunturas que en muchas ocasiones les son claramente favorables. Sin embargo, lo que viene, sin ir muy lejos en menos de pocos años, podría darle un giro a la dinámica de las concepciones y pensamientos bajo los cuales están gobernando.

La democracia como la hemos concebido a lo largo de años está obligada a transformarse. Estancarse en lo que hemos vivido durante mucho tiempo al único lugar al que nos lleva es a repetir modelos ante los cuales cada vez hay más evidencias de que empiezan a estar estancados o fuera de lugar.

En América Latina han empezado a surgir gobiernos en donde el Estado de derecho termina por acabar en algo así como en los terrenos de la conveniencia. Si bien a lo largo de años hemos visto que, a pesar de las muchas reformas que se han impulsado, al final de todo ha acabado por responder a las demandas ciudadanas, que al final es la razón por la cual gobiernan y se les elige.

No sorprende lo que está sucediendo en algunos países, porque de alguna manera acaba respondiendo a evidencias de que en muchas otras naciones se viven tiempos nuevos. Sin embargo, los procesos se mantienen con viejas herramientas, las cuales cada vez responden menos a las realidades de lo que viven los ciudadanos.

Se requiere de la construcción de nuevos mecanismos para enfrentar dinámicas sociales y ciudadanas en las cuales lo que se ha hecho a lo largo de años de alguna manera empieza a ser técnica y metodológicamente insuficiente para el tamaño de problemas que tenemos, sobre todo en el renglón de la representatividad.

No somos los únicos en el mundo que andamos en esta disyuntiva. Aquí en Roma hemos escuchado voces en las que las problemáticas se interrelacionan, porque en el fondo no se ha alcanzado a dar el siguiente paso para que la democracia adquiera una dimensión distinta de la que tiene.

Los partidos políticos siguen siendo la instancia para acceder al poder. Han cumplido su objetivo y queda claro que los ciudadanos tienen que formar parte de ellos para acceder al poder y, por ende, entrar en el terreno de las grandes decisiones.

Muchos de estos cuestionamientos se han venido presentando en reuniones privadas en Roma. México se ha vuelto tema de atención por las formas de gobierno, pero sobre todo, por una genuina preocupación en lo que corresponde a temas como derechos humanos, libertad de expresión y muy particularmente sobre Estado de derecho, no somos los únicos, pero como suele suceder al final cuando se habla del país todo se atiende, se analiza y llega, en muchas ocasiones, a sobredimensionarse.

No somos el ombligo del mundo ni cosa parecida y bien haríamos en no sentirnos así. Sin embargo, nos hemos convertido en objeto de atención y no perdamos de vista que se trata de nosotros y de nuestras vidas.

RESQUICIOS.

Muchos jueces definen los casos, ellas y ellos, en función de la forma en que se los presentan, habrá quien no lo hace así. Considerar que ante el cambio de presidencia en la Corte las cosas han cambiado es una forma indirecta de buscar la manera de manipular las determinaciones.