Quebradero

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Debates, entre la voluntad y la obligación

Por Javier Solórzano Zinser

Ciudad Victoria.- Los debates siguen siendo uno de los ejes dentro de los procesos electorales que permiten conocer a las y los candidatos. Por más que puedan ser imperfectos, limitados e incluso acartonados, es la oportunidad más cercana que tiene la ciudadanía para conocer a quienes quieren gobernarles.

Hemos participado en muchos de ellos y hemos venido viendo cómo han evolucionado por consensos y exigencias.

Se ha entrado en una etapa en que quienes conducen los debates tienen cada vez más capacidad de maniobra lo que permite que eventualmente sean más atractivos e incluso amenos. La clave está en que los participantes estén dispuestos a asumir que es un ejercicio de debate de ideas y proyectos de cara a los ciudadanos.

Es inevitable que las y los candidatos mejor colocados en las encuestas sean sujetos de ataques sistemáticos por parte de sus adversarios, se trata de evidenciarlos lo más que se pueda. Ante esto algunos han optado por declinar su participación confiando en que sean pocos los puntos que pudieran perderse ante su ausencia.

Habrá que plantearse si presentarse ante un debate debiera ser obligación. Independientemente de que se tenga que discutir con académicos y con actores políticos el tema, bajo una mirada inicial y en función de cómo van evolucionando las cosas no está de más plantearse su obligatoriedad debido a que por su importancia y cobertura los debates permiten conocer para muchos ciudadanos, quizás sea la única manera, a quienes pretenden gobernarlos.

Lo que ha venido pasando es que la o el candidato se ausente lo que provoca que sea el centro del debate lo que impide conocer lo que piensan los otros candidatos, el ausente termina por estar presente en el debate a lo largo de una hora u hora y media.

Por más que se conmine a los debatientes a que se centren en su visión de las cosas y sus propuestas resulta en verdad difícil moverse por estos terrenos. O puede pasar, como en el debate de hace unos días en Aguascalientes, que estando presentes todos ataquen a una. En este caso todas las candidatas se concentraron en quien lleva la ventaja en las encuestas. Su nombre fue repetido en innumerables ocasiones, todo indica que la crítica no terminó por perjudicarla como sus adversarias pretendían. Lo paradójico es que por situaciones como éstas los personajes señalados terminan siendo vistos como víctimas por algunos sectores de la sociedad.

Quienes conducen los debates han dejado de ser simples tomadores de tiempo. En el proceso hemos entrado en el singular terreno en donde de tomadores de tiempo han pasado en algunas ocasiones a jugar roles de protagónicos, cuando de lo que se trata y busca es que sean un medio entre candidatos y ciudadanos; como fuere, la evolución ha permitido crear por mucho mejores condiciones para el intercambio de ideas y el debate mismo.

Escribimos este QUEBRADERO minutos antes de conducir el debate entre los candidatos a la gubernatura de Tamaulipas. Américo Villarreal, de Morena, anunció que no va a estar presente, lleva buena ventaja en las encuestas.

En los ensayos previos conversamos con César Verástegui, de la alianza PAN, PRI PRD, y Arturo Diez, de MC, ambos nos aseguraron que no está de manera medular atacar al candidato ausente, ya le contaremos si en el debate mantienen esta línea.

No está del todo claro qué tanto cambia la opinión ciudadana con los debates. Hay casos en que son definitivos y otros en que son intrascendentes. Como sea, es la oportunidad de conocer algo de los futuros gobernantes.

El primer debate en Tamaulipas no movió las encuestas, tenemos la impresión que en el segundo las encuestas poco se moverán poco o nada.

RESQUICIOS

En Tamaulipas se dice de todo con tal de desacreditar a los adversarios, pareciera que en política es inevitable. El problema está que en este estado se padece un sinfín de adversidades, las cuales tienen como eje a las bandas delincuenciales, parece que no hay manera alguna de evitarlas.