Quebradero

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Dándole vueltas a Tokio 2020

Por Javier Solórzano Zinser

Las competencias deportivas, por lo general, se definen por milésimas de segundo.

Todo se remite a un momento que en el fondo representa y significa el cúmulo de años de entrenamiento, de esperanzas y sueños.

Es la eterna disyuntiva en que todo se puede venir abajo después de años y años de entrenamiento y de enorme sacrificio. Pero también es el momento en donde los sueños se pueden cruzar virtuosamente con la realidad.

Las y los atletas son en muchos casos el ejemplo, el aliento y la alegría de millones de personas. Existen entre nosotros en las competencias y los vemos con esperanza, es el momento en que son parte de nosotros y es el momento que pasan de la invisibilidad a nuestra exigencia, alegría y también decepción.

Poco o nada se sabe de los deportistas mientras no están en la competencia y no están en nuestro entorno. Existen cuando compiten, porque cuando no sabemos de ellos se pasa por alto lo que son sus rudas y sacrificadas vidas.

Se levantan a las cuatro de la mañana, sacrifican su vida privada, tienen que conseguir apoyo como pueden, sus familias se transforman en el eje que les permite hacer lo que más quieren, sus entrenadores se convierten en las personas más cercanas de su cotidianidad terminando por ser su otra familia.

Esto y mucho más es lo que hemos visto a lo largo de la historia del deporte mexicano. Los deportistas enfrentan una buena cantidad de vicisitudes y, en otras ocasiones, sus limitaciones por más voluntad que pongan los han llevado al fin del sueño.

Un deportista tiene en la victoria su objetivo, pero no es lo único que buscan. El deporte les ofrece una forma de vida y ellos saben hasta dónde pueden llegar.

La diferencia deportiva del mundo en la mayoría de los casos es la misma que hay entre países ricos y pobres. Sin embargo, la emoción, riqueza y paradoja en las competencias es que en muchas ocasiones el pobre le gana al rico.

Los deportistas viven con su fuerza de voluntad, el desarrollo de sus capacidades, la procuración de entornos familiares y en aferrarse a sus sueños, lo que en muchas ocasiones hace que deportistas que parecieran lejanos de los grandes triunfos se convierten en nuestros referentes y nuestros grandes héroes.

Con todo lo inédito que se está viviendo en Tokio 2020, es importante antes que hacer juicios lapidarios y lanzar diatribas, detenerse para revisar cómo le hacen deportistas para vivir y competir y cómo han tenido que enfrentar la pandemia.

Es cierto que el mundo entero está en medio de la gran crisis de salud que ha afectado severamente a todos, en donde el deporte no puede pasar de largo. Todo se sacudió, desde los torneos de barrios, quienes corren en las calles, la actividad deportiva de los clubs, y, por supuesto, los deportistas de alto rendimiento.

A esto sumemos que la curva de entrenamiento puede ser traicionera. El caso de Rosario Espinoza y la enojada Paola Espinosa son prueba de como los deportistas pueden llegar tarde en su culpa de entrenamiento a sus sueños.

El Gobierno debe tener más claridad en su estrategia deportiva si es que está entre sus objetivos. No es necesariamente referente lo sucedido en Tokio, consideremos que al menos 8 atletas no alcanzaron medalla por milésimas o por un inesperado momento.

Lo que sí es de atender es que quedamos rezagados en función de Río 2016, de los Centroamericanos y del Caribe y los Panamericanos.

Hay que analizar qué anda pasando con las federaciones y en el camino que nos expliquen qué anda pasando con el deporte a nivel nacional, ese que tiene que ver con los niños, jóvenes y con usted y conmigo.

RESQUICIOS

Voy derecho y no me quito…

“Llueve, truene o relampaguee” habrá clases presenciales en este ciclo escolar: López Obrador.

“Es impostergable el regreso a clases presenciales”: Olga Sánchez Cordero.

“La educación es una actividad esencial de modo que no está sujeta a restricciones aun cuando tengamos el semáforo en rojo”: Hugo López-Gatell.