Quebradero

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Expresiones desconcertantes

Por Javier Solórzano Zinser

Hay mucho del pasado del país que merece ser señalado y no pasarse por alto.

No solamente porque el Presidente se encarga de recordarlo una y otra vez. Los efectos que ha provocado y sigue provocando le han servido al tabasqueño para su gobernabilidad; sin embargo, no se pueden remitir todo a las sombras.

Pensar que todo es oscuro es de tal maniqueísmo que lleva a la negación de un tiempo que independientemente de consideraciones político-económicas forma parte del trabajo de mujeres y hombres que buscaron trascender para desarrollar sus vidas. Las consideraciones de buenos y malos no tienen sentido, porque se vive y la vida misma son matices.

A lo que se expone el Presidente es a la eventualidad de que se puedan revertir sus críticas porque, además de que ya lleva cerca de tres años en el poder, tiene temas en los que ya se le pasa la cuenta, lo cual no necesariamente le es favorable.

A esto sumemos que algunas de las políticas públicas que está instrumentando tienen que ver con el pasado fustigado. Insistimos, el país no empezó con López Obrador, por más que en sus pensamientos y acciones a veces se remitan al pasado de los 50, 60 y 70.

La insistencia sobre el pasado puede llevar a una mirada confusa e imprecisa, independientemente de que sus seguidores traten de reinterpretarla o busquen pasar la página. Cuesta trabajo creer que algunas de las afirmaciones del Presidente tengan el visto bueno de muchas y muchos de sus sesudos seguidores.

Por más que sus palabras acaben siendo en muchos casos una suerte de “verdad” esto no significa que necesariamente tenga razón o que sus planteamientos no puedan ser susceptibles de debate o crítica. Asumir que solamente existe en la crítica hacia el gobierno una mirada de la oposición o de desacreditarlo pierde la posibilidad de la autocrítica.

A estas alturas el Presidente y su equipo deben saber el sentido que tiene la crítica y las observaciones que muchos se hacen buscando el debate, intercambiar opiniones y tratan de mostrar otra forma de ver y hacer las cosas.

Lo que dijo el viernes el Presidente, respecto de que el neoliberalismo alentó el feminismo, el respeto a los derechos humanos, la defensa de los animales, el ecologismo y la defensa del medio ambiente, es una declaración que debiera llamar la atención y reflexión entre quienes están más cerca de él y entre quienes, presumimos, no comparten al interior de su equipo lo expresado.

De un plumazo el Presidente desacreditó y fustigó, directa e indirectamente, movimientos sociales, económicos y políticos de enorme trascendencia que han surgido a través de la toma de conciencia de nuestros entornos, de la mano de la búsqueda de cambiar nuestra relación con la tierra, el medio ambiente y la relación entre mujeres y hombres.

Son movimientos que han buscado y buscan, en muchos casos en medio de la desesperación e impotencia, nuevos planos de igualdad en las sociedades, particularmente en un país como el nuestro en donde las desigualdades, la ausencia de una conciencia sobre las energías, la violencia contra las mujeres y los años de deforestación nos han colocado llenos de adversidades, las cuales hoy se están cobrando.

Si de por sí la palabra presidencial trasciende, adquiere relevancia, permea y como decíamos anteriormente se puede convertir en una “verdad”, expresiones como la del viernes abren un espacio a echar al pasado o desacreditar luchas sociales que desde donde se vea pretenden hacernos conscientes del mundo y de nuestras relaciones.

Las afirmaciones del Presidente adquieren relevancia que llevan a menudo a sus seguidores por terrenos en que le creen sin preguntar, cuestionarse o cuestionarlo.

RESQUICIOS

No está fácil destrabar el tema de la caravana. La razón es que la propuesta del INM no satisface a los migrantes. El gobierno está al acecho y no quiere confrontarse con la exigencia de EU de no dejarlos pasar ni moverse; la situación está siendo cada vez más riesgosa.