“Sacudimientos”
Por Javier Solórzano Zinser
El Presidente lo tiene claro, hay que “sacudir” a las instituciones a como dé lugar.
El tema no pasa sólo por la importancia de cuestionarlas. No se trata únicamente de un derecho, lo que es igual de importante es que la revisión de nuestros entornos sea con mecanismos de reflexión, análisis y proposiciones fundamentados.
El problema que el Presidente enfrenta con sus planteamientos es que en ocasiones sus afirmaciones no tienen asidero, lo que lleva a que sus dichos se remitan a temas de coyuntura, afirmaciones que parecen sacadas de estereotipos o suposiciones de lo que le dicen.
El Presidente debe saber que en temas como la UNAM sus palabras pasan por una sacudida exponencial, porque la comunidad universitaria puede reaccionar y defender a la institución en sus campus, pero sobre todo en las calles por lo que significa la Universidad para el país y para su comunidad; la identidad es un elemento fundamental entre los universitarios.
No debe pasar a segundo plano que la Universidad tiene grandes problemas y merece como principio la crítica y la autocrítica, así como tampoco debe pasar por alto que muy probablemente el 70% de la comunidad o más votó por López Obrador.
En medio de todo esto no queda suficientemente claro lo que puede mover y lo que subyace en la crítica del Presidente. No basta ni termina por tener la razón el que se le sumen otras voces o que se eche a andar a la maquinaria afín en las redes, en el fondo la pregunta y el riesgo están en el rumbo y hacia dónde puede y quiere llevar las cosas con sus críticas y señalamientos.
Voces como la de la perfilada al 2024, universitaria de cepa, son importantes sobre el tema, pero también llama la atención que mientras formó parte integral de la Universidad no haya sido tan severa en sus juicios lo que deja la impresión de que le anda ganando la militancia y en aquello de que lo que hace la mano hace la tras.
En pocos temas de los que aborda el Presidente han aparecido tantas voces críticas de sus dichos, pero en particular llaman la atención los argumentos razonables, sensibles y con buenas precisas y firmes que se han presentado para hablar de la UNAM y para defenderla. Lo que también llama la atención es la actitud del Presidente, la cual no ha tenido ni por asomo el mínimo acuse de recibo, pareciera que la única voz que vale es la de él.
La crítica es esencial, pero lo que no queda claro es lo que busca el Presidente en casos como éste. Las instituciones tienen dinámicas propias y cumplen sus objetivos, los cuales se han definido colectivamente y en el Congreso. Ésta no es ocasión para que no sean “sacudidas”, la cuestión es qué se quiere con el “sacudimiento”.
Muchas de ellas efectivamente cuestan mucho dinero, pero no descartemos que hemos vivido bajo la desconfianza como forma de vida. Cuestan porque se construyen no solamente para cumplir sus propios objetivos, sino también para generar confianza y efectividad.
El gran problema que vamos a enfrentar está en el hecho de que, si la crítica no tiene rumbo, las instituciones van a acabar atomizadas y golpeadas creándose la idea en el imaginario colectivo que son inútiles, caras y que no sirven, que hay que desaparecerlas o reconstruirlas como a imagen y semejanza del gobernante en turno.
El Estado debe mantener la rectoría y su sentido social en todas las áreas. Es cierto que durante décadas se abrieron las puertas de la economía de manera absoluta y hasta grosera al sector privado.
La crítica es una forma de vida. La cuestión está en que bajo las condiciones en que estamos no basta con “sacudir”, hay que escuchar, respetar, tener bases para señalar y hay que tener remedio y trapito.
RESQUICIOS
Va a llegar esta semana a la capital una numerosa caravana migrante. Piden ser escuchados y que se les respeten sus derechos como migrantes, algo tan sencillo que no se entiende por qué desde Tapachula no lo han hecho; los invisibles quieren hacerse visibles.