Bomba nuclear judicial y su acordeón

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Por Francisco Montfort Guillén

El próximo domingo estallará. Aunque su hongo será triste, servirá para que el partido oficial y su gobierno canten loas a la fraudulenta luz que irradiará con apenas un puñado de supuestos electores. La fecha sí quedará grabada en nuestra historia. Será la que marque el fin formal de la existencia de la organización de nuestro país como república federal y de su muy disminuido sistema electoral democrático.

En la entronización de los nuevos integrantes del Poder Judicial federal y de los estados no participarán electores. Los ciudadanos no podrán escoger a alguien que auténticamente prefieran. Quienes asistan a las urnas estarán impedidos para rechazar o repudiar a las personas listadas para ser designados integrantes de dichos poderes. Ganarán las personas que aparezcan en el “acordeón “de los acarreados.

La fraudulenta elección de los integrantes de los poderes judiciales carece del elemento central, del factor que constituye el corazón democrático: la libertad. Los supuestos candidatos fueron elegidos a capricho por integrantes de los otros dos poderes (Ejecutivo y Legislativo del partido Morena) y en el caso del Legislativo algunos fueron elegidos mediante una ridícula, antidemocrática y antiética tómbola, método tan despreciable como su director el senador Gerardo Fernández Noroña.

Es la estructura de Morena la encargada de vestir de guinda a todos los falsos candidatos a ocupar una silla judicial. Aunque algunos de los inscritos tengan estudios firmes en abogacía y otros tantos tengan ya experiencia en el ámbito de las judicaturas, la gran mayoría no estará en esas listas por méritos propios.

Lo más grave no estará sólo en el estallido nuclear que hará volar por los cielos las estructuras judiciales. Los efectos perversos se dejarán como olas en todo el país y en al menos las dos próximas generaciones de mexicanos, cuando estos nuevos integrantes ejerzan sus funciones. Aunque desde el inicio, se dejarán sentir las perversidades de las incompetencias en materia jurídica, en los fallos a conveniencia y en las decisiones que estarán manipuladas para pagar los favores recibidos con su entronización.

La del domingo en México no será una elección, será un autoengaño electivo, porque participar en esa mentira no permitirá lavar la cara de nadie con el trapo de un velo democrático. Quien participe estará convalidando una mascarada, un fraude no solo electoral, sino moral, una desvergüenza política de la más baja estofa pues sólo avalará decisiones previas de un sólo partido político.

Tan irritante y degradante como el fraude mismo es el desparpajo con el que participan desde la presidente del país, como la presidente del INE y legisladores federales, gobernadores hasta funcionarios gubernamentales guindas: la presidente Claudia filtra sus listas lo mismo que el presidente del Senado. Los periodistas que reciben las listas se sienten distinguidos y se solazan en presentar el pleito de esos dos políticos. Y uno se pregunta qué fue de aquella época, tan reciente, en que todo mundo se desgañitaba por indicios de ilegalidades de priistas y panistas. Ahora se festina la lista, el pleito entre las deshonrosas ministras que buscan sin decoro la presidencia de la Corte, la integración de la lista de favoritos y favorecidos que deben ser respaldados por los acarreados a las urnas que, con sus acordeones para no errar el tache de las boletas, se acompañarán de acordeones… cual corrido de narcos.

Con este masivo y cínico engaño es sepultado lo poco que quedaba del esfuerzo institucional para tener comicios democráticos en el país. Todos hacen gala de sus chapuzas. Mientras, el INE muere junto con la Suprema Corte.

Si usted ha seguido los pormenores de esta farsa judicial electoral en el ámbito federal, se habrá enterado de la existencia de candidatos ligados al crimen organizado, de candidatos apoyados por sindicatos oficiales (educación y petroleros), por empresarios (el caso de Televisa leaks que ofreció información de una de las candidatas de esa corporación privada).

Pero dígame usted: ¿qué sabe de los candidatos veracruzanos a integrar el nuevo y desacreditado Poder Judicial en Veracruz? Sin duda es el secreto mejor guardado del estado. La gobernadora Rocío Nahle ha podido operar con total libertad e impunidad no solo los esfuerzos para llevar votantes a las urnas, sino ha tenido el libertinaje de decidir la integración completa de las listas de candidatos ganadores.

Con el escaparate de la elección de los ayuntamientos se ha dado cancha libre a la manipulación de la elección judicial en Veracruz. Una elección de ediles que, por cierto, se desenvuelve en medio de escándalos no solo de violencia criminal, sino de manejos indebidos del proceso electoral.

Por si fuera poca la desgracia del estallido de la bomba judicial, en Veracruz tenemos que pensar en esa otra realidad que se desarrolla ante nuestros ojos con total desvergüenza. El comportamiento del llamado OPLE ha manchado la historia digna, aunque compuesta no solo con aciertos, sino también con errores, de la construcción de la democracia en nuestra entidad.

El OPLE es la constatación de la manera en que el gobierno (en funciones desde 2018) ha colonizado y desnaturalizado las elecciones democráticas en nuestra entidad. Y al señalar a la institución no debe pasarse por alto que no es la <<institución>> la responsable. Las decisiones las toman personas en particular y es a ellas a quienes debe hacerse el reclamo.

Ha sido lamentable su actuación en cuanto a crear las condiciones legales y legítimas del proceso electoral. Además de la organización, crear estas condiciones es sin duda la principal función del órgano electoral. Y el ambiente de violencia e inseguridad que envuelve el proceso electoral (de munícipes y de integrantes del Poder Judicial) en cuestionable por donde se le mire: qué decir de un proceso en el cual las primeras manifestaciones políticas han sido las de las boletas/balas del crimen organizado.

A esta lamentable situación, que predetermina la composición del poder básico de nuestra organización gubernamental, sin duda con mayor responsabilidad del Gobierno del Estado, hay que sumarle las equivocaciones, sino es que la voluntad perversa de decisiones administrativas, que han dañado ya la credibilidad y legitimidad de los comicios en Xalapa y otros municipios.

La degradación democrática no es fruto del azar. Es el resultado de las decisiones específicas del gobernador Cuitláhuac García y su irresponsable e incompetente equipo, que no han sido corregidas por los integrantes del gabinete de la señora Rocío Nahle. Falta de oficio sin duda, pero también irresponsable desidia para actuar en beneficio de la ciudadanía.

Mientras siga la orgía de soberbia en los nuevos equipos gobernantes federal y estatal, en parte producto del autoengaño resultante de la fraudulenta manera de obtener los triunfos electorales pasados, el desbarrancamiento democrático no podrá ser frenado. Requiere de una seria y profunda labor de autocrítica y sinceridad de amor por Veracruz (que no depende de cuestiones legales, sino de una historia personal y familiar), por la democracia y por la república (que resultan de una sólida formación política e intelectual) para corregir el rumbo. Y eso está más difícil de conseguir con el actual gobierno que parar el detonador de la bomba nuclear judicial. La única salida ética y auténticamente política para los ciudadanos es no votar en la próxima elección.

 

francisco.montfort@gmail.com