Santo Maradona

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Por Jorge Negroe

 

Santa Maradona priez pour moi, Santa Maradona priez pour moi

Manu Chao

 

Ayer 25 de noviembre se cumplieron cuatro años de la muerte de Diego Armando Maradona, personaje que trascendió el futbol para volverse un ícono, no sólo de la cultura argentina sino también de la napolitana, donde todavía se le reza con fervor por haber hecho figurar ante el mundo a este puerto del sur de Italia.

Y es que durante los 60 años que El Diego vivió, demostró que era un ente de otro mundo, dominando el balón con una naturalidad que le permitió sostener la corona con la misma mano que anotó en el Mundial de México 86. Convergiendo en su figura la afición y el fervor, que dieron como resultado la fundación de la Iglesia Maradoniana en 1998, la cual lo considera su D10S absoluto.

Así, esta creencia cuenta con ritos que mezclan la base del culto católico con referencias al futbol o a pasajes de la vida del Pelusa, con sus propios mandamientos que hablan de difundir la palabra del gol y con festividades peculiares como la “Navidad Maradoniana” celebrada el 30 de octubre, cumpleaños del Diego o las “Pascuas Maradonianas” cada 22 de junio, que rememoran el gol anotado a Inglaterra con la “Mano de D10S”. Pero respecto al día de su muerte, sobre esa fecha guardan silencio, quizá sugiriendo que una divinidad no puede morir.

Hoy en día, hay varios sitios de culto que veneran a este Pibe de Oro, empezando por la sede principal de la Iglesia Maradoniana en Rosario, Argentina; seguida por la única sucursal de esta iglesia fuera de Sudamérica, la cual se ubica en Cholula, Puebla. Acompañadas de dos capillas en Nápoli, una en un claustro de la iglesia de Santa María de la Sanità (cosa única pues es un templo católico que ostenta una figura no aceptada por el catolicismo) y el otro, más público y conocido, en los Quartieri Spagnoli, donde están los demás murales del Diego.

Pero más allá del mito del héroe, también hay que tomar en cuenta que la vida del Barrilete Cósmico estuvo llena de excesos, polémicas, demandas, paternidades no reconocidas, acusaciones sobre violencia de género, de acoso sexual y drogas, quedando además grabadas en video sus últimas apariciones, algunas balbuceando con los ojos perdidos. Humanizando como pecador las virtudes divinas que se le atañían. Mismas que parecieron no afectar a sus seguidores, tal como la Luz del Mundo actúa con “normalidad” a pesar de la condena judicial contra su guía espiritual.

A pesar de todo, la Iglesia Maradoniana también tiene estrategias para mantenerse activa, sobre todo en México, donde una de ellas parece tan ingeniosa como inverosímil, aquí va el contexto: dice una leyenda local que en el pueblo mágico de Cholula existen 365 iglesias, por lo que todos los días del año hay alguna fiesta patronal, demostrando que sus habitantes son buenos católicos entregados a las costumbres.

Es en este lugar donde el argentino Marcelo Buchet, inspirado por la muerte del Diego, inauguró junto a su pizzería un local dedicado a la Iglesia Maradoniana, decorándolo con pasto sintético, playeras de equipos de futbol, la réplica de una copa del mundo, una pila bautismal, un busto del Pelusa e innumerables fotos del ídolo. Y aunque se supone que es una sede formal de este culto, desde hace un tiempo ya tiene la palabra “parodia” pegada en su exterior.

¿Acaso ese señalamiento no desprestigiaría el lugar? Pues no necesariamente, porque fue el mismo Buchet quien lo puso, según los empleados de la pizzería, para detener las críticas y amenazas que los habitantes del lugar les venían haciendo, al considerar a esta religión como una burla. Este hecho es ingenioso porque calma los ánimos poblanos, y a la vez inverosímil porque cuando se habla de creencias divinas, cualquier iglesia intentará convencer a sus seguidores de la seriedad de su dogma, sin dar pie a etiquetas que induzcan cualquier duda sobre su misión de salvación, pero no así la maradoniana, que le basta sólo la gloria del Diego y la fascinación que ésta provoca.

Pareciera que estamos ante una de las llamadas “religiones a la carta”, constructo con el que señalan algunos investigadores sociales a las creencias que se ajustan al mercado de la vorágine capitalista posmoderna, tal como las que se basan en energías, astrologías y/o bebidas chamánicas, que buscan generar limpieza espiritual, éxito rotundo y retribución kármica de sus seguidores, casi siempre a cambio de mucho dinero.

Sin embargo, la fe se impone sobre esas pequeñeces materiales del capital, pues los seguidores de estos cultos continúan creciendo exponencialmente gracias al internet y las redes sociales, al consumismo, al egoísmo, al ritmo agresivo de las ciudades que reducen el tejido social, lo cual se ve reflejado muchas veces en el vacío que en ocasiones los humanos llegamos a sentir cuando no hemos explorado nuestra espiritualidad.

Como sea, el tiempo pasa y la leyenda del Diego se enraíza cada vez más en la cultura popular mundial, sirviendo de ejemplo de que con esfuerzo (y talento) se puede llegar hasta la cima, pero también de que existe una vía donde ser un “pícaro” ayuda para conseguir los resultados deseados, aunque no sean de manera tan honesta.

Posdata, en mi caso personal, no creo en las instituciones (y menos en las religiosas), sin embargo, Maradona es importante para mí, porque debo reconocer que pertenezco “los maradonianos”, espacio divergente de la Iglesia Maradoniana, pues lo nuestro es más como un grupo de amigos de distintas edades que se reunieron después del fallecimiento del Diego con la excusa de reflexionar académicamente sobre su vida y obra, aunque también del futbol americano, del beisbol, del box y de otros deportes, teniendo como regla partir de estas disciplinas como un escenario para abordar política, cultura, economía y demás tópicos parecidos. En fin, lo que el Diego unió, que el hombre no lo separe.