Quebradero

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La CDMX y el tigre en la rifa

Por Javier Solórzano Zinser

 

Como se va viendo por el número de candidatos y candidatas, los capitalinos no vamos a parar. Ateniéndonos a los resultados de la elección del 2021, la CDMX está materialmente dividida en dos, descartar que pudiera aparecer una tercera opción con MC; sin embargo, mucho tendrán que hacer los naranjas para colocarse en el mapa capitalino, el cual tiene muy definidos a los partidos y algunos de los y las contendientes.

 

El PAN es el único de los partidos del Frente que mantiene una presencia importante electoral en la Ciudad de México. El PRI puede estorbar más que ayudar y el PRD está como en buena parte del país en peligro de extinción. Sin embargo, unidos pudiera darse una fórmula similar a la del 21 cuando incluso el tricolor aportó una alcaldía.

Gobernar la CDMX no es una tarea sencilla, a pesar de que sus habitantes tienden a moverse por sus propios medios en todos los sentidos. La capital se ha venido convirtiendo en una entidad en la que sus ciudadanos exigen y no permiten que los hagan a un lado. La gran cantidad de toma de calles y las cotidianas manifestaciones son evidencia de que en la ciudad está claro que ya nadie se deja, se tenga la razón o no.

Quizá la CDMX sea una de las ciudades que tiende a moverse con mayor autonomía por parte de quienes la componen. En un buen número de casos los capitalinos hemos aprendido a valernos por nosotros mismos, a menudo la autoridad nos estorba más de lo que nos ayuda.

Sin embargo, esto no significa que sea fácil de gobernar. Presumimos que Morena entendió en el 21 que no basta con sólo el nombre de los candidatos en la boleta para ganar. Habrá que ver de qué tamaño es la autocrítica sobre lo que sucedió, por ahora da la impresión de que siguen pensando que con el Presidente y con la candidata a la Presidencia pueden tener desenlaces favorables.

López Obrador, a pesar de tener un índice aceptable entre los capitalinos, está lejos de tener lo que tuvo en el 18 y cuando gobernó la CDMX. La imagen del Presidente no necesariamente es buena y esto no solamente pasa por las clases medias, en diversas alcaldías ha sido severamente criticado. Será cuestión de que lleguemos a marzo para conocer cómo se encuentra el Presidente en el ánimo de los capitalinos. Lo que sí se puede adelantar es que hoy no tiene en la capital el mismo bastión que tuvo en pasados procesos electorales.

La manifestación de ello está en el 2021. Los aspirantes a las alcaldías colocaron en sus espectaculares y en general en sus campañas a la Jefa de Gobierno por un lado y al Presidente por el otro, pero quedó claro que no les dio resultado.

La lista de las y los suspirantes es grande y en algunos casos inocua.

Están en su derecho de aspirar, pero algunos van a quedar sólo en el terreno de sus minutos de fama, otros querrán negociar un cargo, y otros más, han de querer cuidarse la espalda.

El vocero de la pandemia se metió al baile. A pesar de las evidencias de su gestión ante el Covid se ha formado en la fila como si a lo largo de estos años no tuviera responsabilidad alguna con todo lo que vivió el país durante dos años.

Esta aspiración es una de las manifestaciones más claras de la ausencia de la autocrítica sobre las actividades profesionales, políticas y la responsabilidad de los funcionarios en la gobernabilidad. No se cuestiona su derecho a participar, pero uno supondría que para hacerlo es necesario por principio verse a sí mismo en función de lo que uno ha hecho y no ha hecho.

Quien gane la CDMX sabe que igual se saca el tigre en la rifa o puede gobernar una de las ciudades más intensas y atractivas del mundo, los electores lo sabemos.

RESQUICIOS.

Ebrard ya está en el camino sin regreso. Si decidiera quedarse en Morena su posición sería francamente débil sin la más mínima capacidad de maniobra. Quienes eran sus interlocutores y en otro tiempo incluso sus empleados ya lo empiezan a señalar.