Negro porvenir 

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Por Raúl Arias Lovillo

Vivimos en México tiempos de mucha incertidumbre sobre nuestro futuro. Hoy día nadie tiene segura su integridad física debido a la violencia y a la inseguridad que se registran en todo el territorio nacional, la mayor parte controlado por los cárteles de la droga. Pero también hay temor por la falta de empleo y por la pérdida de poder adquisitivo de nuestros ingresos. Y la situación se complica aún más para los 50 millones de compatriotas que no tienen actualmente acceso a los servicios de salud. Sin duda, todo esto configura un cuadro de terror como para mantenerse permanentemente en la depresión.

Sin embargo hay otros dos asuntos que no sólo están contribuyendo a nuestro malestar cotidiano en estos días, sino que tendrán fuertes repercusiones en la sociedad mexicana en el mediano y largo plazos. Me refiero a los libros de texto gratuitos (LTG) y a la pérdida de becas de posgrado para miles de estudiantes universitarios en el país.

Los LTG han sido objeto de una diversidad de críticas, la mayoría de ellas muy justas y pertinentes. Lo más suave que se puede decir sobre ellos es que simplemente no funcionan como libros de texto, además de la inmensa cantidad de errores que registran. En lo personal mi preocupación se centra en el desapego que tienen estos textos respecto al conocimiento científico. No sólo porque no se abordan las bases del conocimiento formal y abstracto que lleva más tarde a comprender la ciencia y la tecnología, sino que estamos desaprovechando la oportunidad de transformar nuestra educación básica para ponernos a tono con la revolución digital en marcha.

Conociendo la terquedad y cerrazón de los actuales funcionarios del gobierno mexicano, muy probablemente los LTG van a terminar imponiéndose por la fuerza en las escuelas. Con ello se va a cancelar el desarrollo de muchas generaciones de niñas y niños que crecerán al margen de la más importante revolución científica y tecnológica de la historia de la humanidad. Por supuesto podrán salvarse quienes tengan acceso a otros textos de formación educativa que estén vinculados al conocimiento científico, lo que seguramente ocurrirá en la mayoría de las escuelas particulares pero no en las públicas.

En cuanto al asunto de las becas de posgrado, la historia viene desde varios años atrás cuando se inició el desmantelamiento del Conahcyt y de la infraestructura de investigación científica, tecnológica y humanística del país. Recordemos que, sin haber demostrado la supuesta corrupción, fueron eliminados muchos fideicomisos de apoyo a la investigación. Nunca se ofrecieron explicaciones y tampoco se aclaró el destino de los fondos de esos fideicomisos. Otro golpe importante se consuma con la aprobación de la nueva ley general de humanidades, ciencia y tecnología. Entre otras aberraciones, en la nueva ley la Junta de Gobierno del Conahcyt queda constituida por los representantes de la burocracia excluyendo completamente en la toma de decisiones a la representaciones académicas. Por ello hoy no sorprende que, sin ningún criterio académico, se hayan eliminado de tajo miles de programas de posgrado y sus respectivos becarios, destruyendo las escasas vías de movilidad social que le quedan a los jóvenes y destruyendo las bases de la investigación que costaron muchos años construir en México. Las aspiraciones de miles de jóvenes por mejorar su empleo y sus ingresos futuros quedaron truncados por la pérdida de su beca de posgrado.

Un gobierno que es enemigo de la ciencia y la educación, utiliza los LTG para hacer campaña sobre su sueño transformador comunitario y desmantela la infraestructura de investigación científica y tecnológica. Esto tendrá un alto costo social para nuestro país y ofrece un negro porvenir para la niñez y la juventud en años venideros.

En reiteradas ocasiones el presidente AMLO ha defendido la idea de que el éxito económico de las personas es resultado del azar, de concesiones ilegales, o propiamente de la corrupción. Nunca del esfuerzo personal, ni de la creatividad, la inversión o la capacidad de emprender proyectos o empresas. Por ello, el progreso individual está prohibido en el régimen obradorista. Se considera que el progreso y la superación de la pobreza terminan siendo inmorales al promover el egoísmo y volver a las personas “aspiracionistas”. El mensaje es claro: hay que mantener la pobreza y la ignorancia. Negro porvenir, pues, para las nuevas generaciones.

Paradójicamente, mientras en México los LTG idealizan la vida comunitaria, informan de plantas locales medicinales y recuperan los saberes ancestrales, en los países más avanzados se prepara a los niños para la revolución digital y se les enseña a crear sus propios chatbots.