Las razones del horror
Por Javier Solórzano Zinser
n la medida en que van pasando los días van surgiendo nuevos hallazgos de las condiciones en las que están los centros migratorios. En algún sentido, el horror vivido en Ciudad Juárez habrá que reconocer que se dio en medio de condiciones propicias para que sucediera.
Va quedando claro que muchas cosas no se habían hecho ni estaban contemplando, siendo que eran y son parte de las obligaciones y responsabilidades del INM, una de ellas tiene que ver con la capacitación del personal.
En el día del horror si algo quedó en claro es que quienes trabajaban directamente con los migrantes no tenían al parecer idea de lo que debían hacer, pareciera que no había protocolo alguno, o de plano huyeron al ver lo que estaba sucediendo.
En ambos casos el problema termina por ser estructural. El gobierno hasta ahora no ha tenido una respuesta satisfactoria ante lo que pasó. Estamos en el terreno de que “indemnizaremos a las víctimas”, “nos solidarizamos”, “hemos identificado a ocho personas y a un migrante”, “no habrá impunidad e iremos hasta las últimas consecuencias”, a esto sigamos sumando todos los lugares comunes que se puedan ocurrir.
Si el problema es estructural se requiere de soluciones estructurales. No hay que darle vuelta a las cosas, presuponer que con la detención de cinco personas, entre ellas, un migrante vamos a entrar en una etapa en que van a aparecer soluciones de largo alcance no tiene sentido. Es un discurso que hemos escuchado en varias ocasiones, sin ir más lejos con los accidentes de tráileres cargados de migrantes en el sureste de México, entre otros.
Es difícil creer que a partir de lo sucedido las cosas vayan a ser diferentes. No se alcanza a apreciar, por ahora, que haya una voluntad manifiesta del gobierno para atacar el problema de manera integral buscando establecer dónde están las responsabilidades y los problemas que provocaron el horror en el centro migratorio.
Quienes debieron comparecer son quienes encabezan el área migratoria. Estamos en vías de buscar chivos expiatorios olvidando la responsabilidad de quienes son los encargados de la migración en México. Inquieta y más que terminemos como en el caso del accidente del Metro en donde la directora nunca compareció, al final renunció y luego la premiaron en el Conacyt.
No se aprecia que haya un alto en el camino para hacer una autocrítica y una evaluación sobre la forma en que se maneja la política migratoria y se actúa ante los migrantes. Un aspecto que desde hace tiempo debió haberse revisado son las condiciones de trabajo de quienes forman parte de los centros migratorios. Viven bajo una presión constante y nos consta que muchas y muchos de ellos reciben un salario que a duras penas les permite vivir, a lo que se suman las muy largas jornadas de trabajo.
Pareciera que quienes dirigen el INM y en general quienes definen las políticas migratorias, no conocen realmente lo que pasa al interior de los centros y su dinámica, la cual en una gran cantidad de casos es de enorme tensión.
No hay manera de responsabilizar al pasado. Ya van cuatro años y medio y las autoridades debieran tener un diagnóstico de lo que sucede. Los infiltrados, los polleros, la delincuencia organizada son parte de los problemas que enfrentan los migrantes en su peregrinar, quienes gobiernan lo sabían y si no fuera así desde hace cuatro años y medio lo debieron entender.
A la distancia queda claro el porqué un destacado especialista en la materia renunció a los pocos meses de ser designado. Mucho de lo que está pasando lo había alertado Tonatiuh Guillén, optaron por seguir haciendo lo mismo.
Estamos ante las primeras razones del horror.
RESQUICIOS
Todo apuntaba anoche a que no habría acuerdo para designar a los nuevos consejeros del INE, todo se definiría en la insaculación o en la tómbola. El Presidente tiró línea y Morena obedeció, pareciera que en estos tiempos dialogar y llegar a acuerdos es insensato, cuando es la esencia de la política y la vida.