Pesimismo nocivo

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Por Uriel Flores Aguayo

Es bastante obvio que México y Veracruz no se han transformado, que en muchos sentidos han retrocedido y están un poco peor.

Ya no mandan impositivamente las mismas élites, aunque una parte de ellas sigue formando parte del poder. El presidente AMLO llegó al cargo por vías horizontales y con el impulso popular; se ganó a pulso la Presidencia. No es el caso de los gobernadores, que fueron beneficiados por el efecto Obrador; con el o los que pusieran el resultado hubiera sido el mismo.

Ya en el poder el nuevo grupo gobernante no es muy distinto de los anteriores. Incluso hay una arcaica tendencia a la concentración unipersonal del poder. Es una vieja película vista en muchos lugares con resultados desastrosos. AMLO eligió el camino de la polarización y apoyo a causas inhumanas en el exterior, lo cual tiene que ver con estrategias políticas, pero más con su personalidad.

Pero es el Presidente y mantiene altos niveles de popularidad. Eso no es suficiente para garantizar el triunfo de sus candidatos, el carisma y la popularidad no son transferibles mecánicamente. Bajo su sombra los gobernantes locales intentan imitarlo y hacen desfiguros; son poco competentes y se dedican a gozar del poder; no construyen democracia y tampoco generan desarrollo social; su estilo político es pendenciero, frívolo y corriente .

Ante ese escenario local pudiera pensarse en una vigorosa oposición. No hay tal. Son partidos burocráticos y de autoconsumo, lejanos de los problemas de la gente. No se oponen, no denuncian y no defienden a la gente. No tienen causas, tienen rollos. Una oposición huérfana deja en la orfandad a la ciudadanía que quiere alternancia.

Es desesperante para muchos ver el silencio, inactividad y ocio de las oposiciones. Solo le queda a la ciudadanía ser exigentes con ellos, presionarlos y ponerles condiciones. No es justo ni sano que los políticos opositores se dediquen a administrar sus prerrogativas y pasear, sin compromisos concretos y acciones para la gente.

Las manifestaciones que defienden el voto deben emplazar a los partidos opositores a la apertura y a compromisos serios con la democracia. De otro modo, tampoco es fatalidad, los cambios, el zigzagueo, vendrá del interior de Morena; no será contradicción esa posibilidad de participación electoral por sí misma, y mucho menos ante la ausencia y soberbia opositora.

Las formas actuales de ejercer el poder son irrepetibles, obedecen a una coyuntura histórica determinada. Es obvio que la y los aspirantes no van a revelar sus cartas antes de las encuestas. El pesimismo debe convertirse en actividades positivas y de futuro. Salir de nocivas conductas sociales que van del pesimismo al fatalismo.

Recadito: vamos a participar el primero de mayo en la marcha de los trabajadores.