Como está no pasa
Por Javier Solórzano Zinser
Si la propuesta de Reforma Electoral no se debate con ánimos de tener un instrumento que fortalezca nuestra democracia, por más que se apruebe estaremos caminando hacia atrás.
En Morena lo saben, pero pocos se atreven a decirlo en voz alta. Seguir bajo la idea de que la democracia y la libertad de expresión inician con el presente sexenio es perder de vista la historia y, sobre todo, las grandes luchas de hombres y mujeres que tienen a Morena en el poder.
Bajo la lógica de la lucha por el poder y la defensa del proyecto de la 4T es explicable que se eche toda la caballería para aprobar la reforma presidencial. Sin embargo, la pregunta en conciencia es si la reforma depura nuestra democracia y nos lleva a los espacios de participación, credibilidad, certezas y confianza.
La cuestión pasa por lo que puede suceder con la democracia en donde, a querer o no, se puede terminar aprobando un proyecto hecho a imagen y semejanza de la forma en que concibe el mandatario la democracia, partiendo de la idea en que prevalecen las mayorías sin considerar a las minorías y sus derechos.
No está en tela de juicio la popularidad del Presidente, la cual mantiene en altos niveles, pero en el camino van surgiendo signos de crítica a la gobernabilidad y a los resultados de la misma.
Lo que se está debatiendo no es la popularidad ni la legitimidad. Se está debatiendo una propuesta del Presidente que no vemos, no porque no deba de ser analizada y discutida, particularmente por lo que puede significar para el destino de la democracia.
No se trata de decirle no por principio a la reforma, se trata de ver cómo sí, pero para eso hay que tener la disposición y convicción del debatir, empezando por Morena.
Si en el partido no entran en los terrenos del debate, porque no quieren o les exigen que no se le cambie ni una coma al proyecto, la historia, a la que tanto apelan, se les va a venir encima.
Si bien se tienen que encontrar mecanismos cada vez más depurados para seleccionar a las y los consejeros del INE, no tiene sentido llevarlo a la votación que se propone sin reparar en la importancia que tiene el conocimiento y la especialidad de hombres y mujeres que se requieren para pertenecer al instituto.
El INE ha demostrado su valor, su efectividad y su credibilidad. Los lances entre algunos consejeros y el Presidente no le quitan credibilidad alguna a la institución. En tiempos en que en la gran mayoría de los casos no nos escuchamos, sería fundamental atender las razones de uno y otros porque muchas de las críticas han sido respondidas desde el instituto.
El Presidente ha creado un ánimo adverso contra el INE, el cual ha logrado permear entre muchos de sus vehementes seguidores. En el Legislativo las cosas pasan indistintamente por hablarse en voz alta y baja.
Se entiende la dificultad para muchas y muchos de plantear alternativas o puntos de vista y perspectivas diferentes, y más ante un proyecto que tanto significa para el Presidente, como decíamos hace unos días, quizás sea la madre de todas las batallas de su sexenio.
No se trata de decirle no al Presidente por principio. Se trata de articular una propuesta que vaya más allá de su sexenio, que signifique una revisión siempre necesaria del instituto, pero no bajo la premisa de controlarlo o hacerlo a su imagen y semejanza.
Hablando ayer con senadores de Morena, MC y del PRI nos quedó la impresión de que el futuro de la propuesta es incierto. MC de plano dice que no, Morena va a defender hasta el límite la propuesta y el PRI ayer dijo no, pero habrá que ver si no le sale lo veleidoso.
Se anda jugando el destino de nuestra democracia.
RESQUICIOS.
La “fifí” Fórmula 1 tuvo una extraordinaria fiesta ayer en Guadalajara, Checo Pérez es personaje, es un gran piloto y es cada vez más querido. El fin de semana se calcula que visitarán la capital para asistir al Gran Premio 410 mil personas, 50 mil extranjeros y se va a tener al menos 80% de hospedaje.