El “no” a la reforma electoral de AMLO
Por Mónica Camarena Crespo
Apenas en mayo pasado, los ex presidentes del Instituto Federal Electoral (IFE), José Woldenberg, Luis Carlos Ugalde y Leonardo Valdez Zurita, alertaban que la iniciativa de Reforma Electoral del presidente Andrés Manuel López Obrador no fortalece el control democrático ni la legitimidad del proceso electoral, además de que tiende a minar la independencia del árbitro electoral y pretende que el poder político influya directamente en las decisiones electorales.
Vamos, una especie de vaticinio de lo que sería regresar al Instituto Electoral que tuvo a su mando Manuel Bartlett en 1988, siendo al mismo tiempo secretario de gobernación y presunto árbitro electoral.
Los tres exconsejeros del extinto IFE, coincidieron en que la reforma electoral de AMLO, quita autonomía al INE y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
FUERA ÁRBITROS
Este fin de semana, el coordinador de Morena en la Cámara de Diputados, Ignacio Mier, llamó a la oposición a dejar atrás el capítulo de la “moratoria constitucional” e iniciar ya la discusión de la reforma electoral.
Nuevamente hacen el llamado a meter con “calzador” una reforma que nació muerta y que a todas luces busca mermar la democracia.
Insisten desde el partido en el poder a través de sus legisladores, que buscan que sea el pueblo quién elija a sus representantes al puro estilo de “La ley de herodes” y destacan sus 10 puntos: Eliminar el dispendio en aparatos burocráticos electorales; disminuir el presupuesto de los partidos políticos; plantea solo otorgar recursos en tiempos de elecciones; buscan regular el financiamiento por parte de particulares; Morena señala que con esto se ahorrarán 24 mil millones de pesos al año; cambiar el INE por el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas, para que se seleccionen a los consejeros y magistrados del TEPJF por medio del voto popular; plantean que se garantice la imparcialidad y objetividad de la autoridad electoral, con el fin de que no haya fraudes; mejorar el método para elegir a las y los representantes populares; acortar el número de los integrantes en los cabildos y en congresos locales de acuerdo con el número de habitantes de la entidad; moderar número de integrantes del Congreso de la Unión, con lo cual pasarán de 500 diputados y diputadas a solo 300 y de 128 senadores a 96; que se posibilite la participación política de personas mexicanas que residen en el extranjero; implementar tecnologías para desarrollar mecanismos electrónicos de votación.
Esta carta a Santa Claus no se la compra ni un niño a Morena, por ello, la Reforma Electoral que buscan aprobar desde el poder ya trae fuerte hedor.
@monicamarena