Quebradero

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Después del 2 de junio

Por Javier Solórzano Zinser

Por más que la candidata del Presidente siga la línea de la actual gobernabilidad, va a tener que llevar a cabo una serie de cambios en forma y fondo que puedan pasar a segundo plano los extremos de la polarización en la que andamos.

El país de suyo está dividido. López Obrador lo que ha hecho es evidenciar muchas de las cosas que hemos venido viviendo. La pobreza es grande y marcada, la concentración de la riqueza está en pocas manos y tenemos serios problemas en seguridad, salud y no sabemos por ahora cuál vaya a ser el destino de las reformas educativas, ya que se dio un cambio total, en lugar de que fuera un proceso gradual para ir poco a poco buscando el cambio en el proceso de enseñanza-aprendizaje de manera generacional.

En estas áreas, hasta ahora la llamada 4T no ha cumplido. Los temas de salud se mueven en dos vías: una cosa es lo que presume el Presidente de lo que se está llevando a cabo, y otra muy distinta es lo que millones de personas viven cada vez que se acercan a los servicios de salud. El crecimiento de las clínicas privadas en las farmacias es la prueba de cómo las cosas no han avanzado; Dinamarca está cada vez más lejos.

De igual manera la inseguridad sigue siendo un auténtico problema en buena parte del territorio nacional. Las estrategias no han dado resultado, la violencia se ha expandido y estamos viviendo bajo escenarios en donde muchas cosas empiezan a entrar en los terrenos de la terrible “normalización” o de plano nos estamos acostumbrando a ello.

Se tiene que reconocer, por otra parte, que hay muchas cosas que el Presidente ha tenido la capacidad para sacudirlas. Por más que moleste a sus detractores muchos de los temas que están en la agenda nos han colocado polarizados, pero en la mayoría de los casos a todos muy atentos sobre lo que está sucediendo.

Cada vez hay más elementos para determinar que algunos de los cambios que propuso el Presidente no han logrado sus objetivos, sin dejar de reconocer que el país estaba necesitado de formas y fondos diferentes en la gobernabilidad. El tiempo llevará a evaluar y considerar que tanto el proceso que estamos viviendo está llevando al país a un mejor destino, por ahora hay muy pocas pistas para saberlo, porque no existe la posibilidad de la reflexión debido a que cada vez nos vemos más polarizados y más cercanos al proceso electoral.

Si Claudia Sheinbaum gana las elecciones tendrá que hacer las cosas distintas en muchas áreas y con variantes de lo que hemos vivido hasta ahora. Siga o no de manera estricta al Presidente López Obrador, tendrá que reconocer que el país requiere formas diferentes, porque si algo no se ha hecho en los últimos años es gobernar para todo el país, porque se ha ido gobernando fundamentalmente para los seguidores del Presidente.

Mucha gente no comparte las formas presidenciales y es importante atenderlo, porque está visto que tenemos una serie de problemas que pueden ser superados sin que por ello cambiara la dinámica del complejo y a veces confuso proyecto de gobierno del Presidente.

Conciliar y convocar son dos asuntos de primerísimo orden. Hacerlo fortalecería la capacidad que tendría Claudia Sheinbaum, si eventualmente gana las elecciones, porque repetir lo que se ha vivido estos años va a desgastar de manera muy brusca las relaciones sociales y los precarios equilibrios de cohesión social.

Se tiene que buscar que el país esté más integrado reconociendo sus abiertas diferencias. Algunos proyectos de López Obrador seguramente van a trascender, no sólo porque se continúen como parte de una política de gobierno, sino porque tienen un valor en sí.

Sin embargo, todo adquirirá una dimensión diferente si no se tiene la capacidad de cuestionar y escuchar. Serán tiempos de cuestionarnos respetando nuestras diferencias.

RESQUICIOS.

Después del ataque de Irán a Israel vale la pena acordarse de lo que hace algunos meses dijo el Papa: “Estamos ya en la Tercera Guerra Mundial, es en abonos”.