La va sufrir quien gane
Por Javier Solórzano Zinser
Quien gane la Presidencia va a enfrentar retos mayúsculos derivados de la herencia de la presente administración.
Uno de los más importantes será qué hacer con Pemex que se ha convertido en un barril sin fondo. Lo que está por delante es la viabilidad de la paraestatal, porque lo que se ha hecho a lo largo del sexenio la ha endeudado aún más.
Es un hecho que Pemex no puede seguir como hasta ahora. Se tiene que pensar en nuevas inversiones y entender estratégicamente el futuro de las energías fósiles y la importancia de convertir a la empresa en la punta de lanza de las energías limpias como eje de una política pública.
Con Pemex va aparejado un problema que quizá por ahora no se alcanza a ver en su justa dimensión. La deuda pública ha crecido en los últimos meses lo que no creció a lo largo de cinco años. El Presidente metió el acelerador para tratar de llevar a cabo todos los proyectos que le son fundamentales para cerrar el sexenio.
De alguna manera se vislumbra lo que puede venir, pero lo más grave es lo que puede provocar y lo que va a tener que hacer quien gane las elecciones. Las obras emblemáticas han duplicado su valor y mucho dinero del Gobierno ha sido redistribuido en muchos casos sin importar que haya estado etiquetado.
Si gana la candidata del Presidente va a tener que tomar medidas drásticas que muy probablemente no le van a gustar al inquilino de Palacio Nacional. No va a ser fácil con los problemas económicos que se mantengan algunos de los programas sociales, porque además están apareciendo denuncias sobre las formas en que se instrumentan y cómo a los ciudadanos que se supone son beneficiarios de ellos no necesariamente les llega el total del programa.
Dos de las áreas que obligadamente deberán tener cambios profundos son seguridad y salud. No queda claro qué puede pasar de aquí al final del sexenio para que pueda presentarse un balance positivo.
En salud no hay forma de que cumplan los objetivos que se plantea el Presidente en los cuales no deja de insistir, a pesar de que es evidente que en la materia se ha avanzado poco. Viendo el estado de las cosas lo más sensato hubiera sido replantearse algunos objetivos; sin embargo, se insistió en aquello de Dinamarca lo que ha provocado una postergación sistemática de lo planteado por el Presidente.
Las investigaciones de Animal Político han evidenciado cómo se gastó más en vacunas con menor cobertura de lo que se hacía anteriormente. Está también la investigación que un grupo de especialistas está elaborando sobre las estrategias en la pandemia, en los adelantos de los estudios queda claro que muchas cosas se hicieron mal y a destiempo.
La f alta de atención médica a una buena cantidad de ciudadanos, quienes han tenido que acudir a clínicas privadas, es un asunto que en el fondo rompe con lo que el Gobierno ha presumido de su atención a los más desprotegidos.
El tema de la seguridad se convirtió en otro gran problema para el Gobierno, no lo pudo desenredar y en algunos casos lo problematizó aún más. Entendiendo la idea de ir a las raíces de los problemas bajo “abrazos no balazos”, la delincuencia organizada creció de manera significativa lo que llevó a que varias comunidades fueran sometidas por ella, con la evidente complicidad de la autoridad; el Ejército está en todos lados y las cosas siguen igual y en algunos casos peor.
Tener mayoría en el Congreso bajo estos escenarios se convierte en un asunto prioritario. Porque le va a permitir paliar problemas y tendrá capacidad de maniobra la candidata del oficialismo en caso de que gane.
Les va a permitir también seguir moviendo discrecionalmente muchos de los problemas que se ven venir.
RESQUICIOS.
En medio de la vendimia política las y los candidatos ofrecen y prometen. Por más que la memoria sea corta, no olvidemos todo lo que prometen porque en un buen número de casos no van a cumplir. Están en la vendimia y en el “¡llévelo, llévelo, llévelo!”.