Quebradero

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Un final trompicado

 

Por Javier Solórzano Zinser

Muchas cosas andan pasando en Palacio Nacional como para minimizarlas o hacerlas a un lado.

López Obrador sigue confiando en su intuición, pero en el final de su sexenio se agolpan escenarios que no necesariamente va a poder controlar.

En las mañaneras el tono se mantiene y mantendrá. El problema está en que en la medida que los cuestionamientos se intensifiquen las mismas respuestas ya no adquieren el efecto que durante mucho tiempo han tenido.

Los caminos se van complicando, porque ya no es tan fácil minimizar las cosas, evadirlas, cambiar de tema, hablar de otros datos sin tener respuestas concretas, desacreditar a los interlocutores, hablar del pasado como elemento de todos nuestros males, inaugurar obras sin terminar acompañadas de elogios interminables.

Es cierto que el Presidente es sujeto de sistemáticas críticas. Pregona que es el mandatario más atacado de la historia. Todo depende de cómo se ven las cosas, porque en el pasado no existía el aparato de comunicación y la revolución tecnológica bajo la cual vivimos. Todo lo que dice el Presidente es parte de una caja de resonancia que llega a todo el país de lo cual se encargan los medios del Gobierno, que no públicos.

A diferencia de lo que sucedía en el pasado entre el Presidente y los medios, hoy nos la pasamos en un toma y daca interminable que provoca en las mañaneras un ida y vuelta en que no deja de prevalecer la voz presidencial.

No es casual que para no dejar pasar nada los miércoles tenga una sección, en ocasiones muy desafortunada, que intenta responder lo mucho que se dice sobre el mandatario en un país en donde la vida política y social ha girado y gira en torno a él.

Independientemente de que en el caso de los artículos sobre el presunto apoyo de la delincuencia organizada a su campaña en 2006 no tenga suficientes bases, de no ser las que en un segundo momento se podrían ofrecer si es que lo hacen las agencias de EU, sus respuestas han terminado por ser propias de un antiimperialismo muy de los 60 y los 70.

Señalar a dos periodistas ligadas a las agencias extranjeras tiene que ver con una mirada de las cosas como si estuviéramos en la Guerra Fría. Es una salida política, pero no es una respuesta que permita aclarar un asunto que puede verse bajo un sinfín de interpretaciones.

El tema Notimex va directo al escándalo. El audio que dio a conocer su exdirectora, quien asegura: “Tengo grabados a todos”, muestra un lamentable desdén a la vida sindical y la de los trabajadores. La exdirectora ya llevó las cosas hasta “una candidata que se puede caer”.

En esta parte final del sexenio al Presidente se le pueden aparecer sorpresas inesperadas. Si bien su popularidad se mantiene, existen indicios de que su gestión en muchas de sus áreas está siendo mal evaluada.

 

Su narrativa prevalece, porque mantiene una luz de esperanza entre millones de personas. Las políticas públicas de apoyo le siguen dando resultado, porque son efectivas. Sin embargo, su narrativa en muchas ocasiones se va trompicando porque crecen los problemas en su entorno, aunque no se les dé la debida importancia.

En cualquier momento podrían adquirir otra dimensión las acusaciones en contra de sus hijos, el olvidado tema de los sobres amarillos muy probablemente se ponga de nuevo en la mesa, el fraude en Segalmex la constante, y quizá también pueda quedar al descubierto que muchos de los personajes que estaban en la cárcel y han sido liberados se debe más a las desaseadas e incompletas acusaciones que lleva a las decisiones de los jueces, a quienes quieren mandar a juicio político; no se puede minimizar lo que está pasando.

RESQUICIOS.

El periodo ordinario del Congreso va a ser complicado. En estos meses se junta la decisión de legisladores de querer reelegirse, los tiempos electorales y lo que puede provocar el anuncio del 5 de febrero. Como fuere, hay asuntos a los que no pueden darles largas: la legalización de las drogas y la semana de 40 horas.