Gabriel Zaid: poesía y crítica

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Por Sandra Luz Tello Velázquez

Crítico, liberal y anarquista, Gabriel Zaid ha mantenido su independencia personal como imperativa, tiene el temple para abarcar una diversidad de temas y la habilidad para crear poesía en la que explora la condición humana. Su perspectiva aguda lo ha llevado a analizar obras literarias o sumergirse en cuestionamientos filosóficos o del quehacer político.

En 1963, Gabriel Zaid sostuvo que cualquier acto práctico que se hace con creatividad puede transformarse en un acto poético inspirador; en ese momento el escritor quería ensayar los pensamientos que rondaban su cabeza, nacieron una serie de cuestiones importantes relacionadas con su vida, aquello que le daba en qué pensar, preguntas para leer, contemplar o escuchar; motivos de reflexión y de diálogo transformado en notas escritas de improviso que se acumularon sin unidad. El escritor no se conformó con ser nombrado “poeta”, porque además tenía una visión crítica que contenía la de las multitudes.

Zaid, nacido en Monterrey el 26 de enero de 1934, se formó como ingeniero industrial en el ITESM y se ha mantenido alejado de los reflectores, no concede entrevistas, evita las cámaras fotográficas, omite su presencia en actos públicos, lo que rompe con los estándares de escritores que se obsesionan con el culto al yo. Esto ha llevado a otros críticos y articulistas a poner en duda su existencia.

Sin embargo, ha sido su estilo conciso y su capacidad para capturar la esencia de la realidad en versos aparentemente sencillos, pero cargados de significado, lo que le ha ganado el reconocimiento. Su poesía a menudo se sumerge en la reflexión sobre la existencia, la fugacidad del tiempo y la naturaleza finita de la vida.

La crítica de este escritor mexicano también ha dejado una marca significativa en el escenario intelectual. Su perspectiva y capacidad para analizar con profundidad lo han convierten en un referente en el ámbito intelectual.

En síntesis, Gabriel Zaid ha comprobado que la poesía y la crítica pueden coexistir en armonía mientras exista una mirada desafiante, perspicaz y con sensibilidad verdaderamente humana.