Quebradero

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«Sólo pido que rectifique»

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

De manera lamentable se le ha llamado a la muerte de personas que no tienen que ver con los enfrentamientos entre autoridades y delincuencia organizada “daños colaterales”.

En el sexenio de Felipe Calderón, a menudo se apelaba a esta referencia como sucedió con los estudiantes de Salvárcar en Ciudad Juárez y con una gran cantidad de casos de esta naturaleza en el país.

Parecía una explicación para justificar la muerte de inocentes en medio de lo que el expresidente llamó una guerra para semanas después decir que siempre no lo era.

En muchas ocasiones hemos podido hablar con familiares de personas asesinadas, sobre todo tratándose de jóvenes, que murieron por estar en lo que se dice es “el peor lugar en el peor momento” o por haber “sido confundidos”.

Bajo ninguna circunstancia se justifica el motivo de su muerte, porque al final más bien parecía que lo que se trataba de hacer era hacerse a un lado de lo que era y es su responsabilidad y su deber.

Es cierto que el clima social y político que vive el país coloca a mucha gente en situaciones adversas sólo por vivir en zonas donde se han asentado los grupos delincuenciales, o porque están en áreas donde transita la droga.

Muchos jóvenes viven con razón temerosos optando por cambiar su forma de vida evitando salir de sus casas a divertirse. Cuando lo hacen optan por alejarse lo más que pueden de sus hogares, pero a pesar de ello, se meten en un laberinto del cual es imposible salir y más por la inseguridad que se vive en las carreteras del país.

En la medida en que la sociedad se ha tornado insegura y se ha violentado estos casos se han incrementado. Cada vez son más las denuncias de personas que sólo por aquello de estar en “el peor lugar en el peor momento” acaban perdiendo la vida.

Los gobiernos, incluyendo al actual, ofrecen explicaciones sobre lo que sucede en la cotidianidad en que sin tener toda la información tienden a revictimizar a las víctimas. La impotencia y el dolor que viven un buen número de familias son brutales. A la muerte de sus hijos se suman explicaciones que les provocan rabia absoluta, porque se habla de sus hijos de una manera ligera sin darse cuenta lo que la autoridad provoca.

Todo esto y más tiene que ver con un hecho reciente en que se ha demostrado que la explicación que se dio en una mañanera no era cierta. Hace pocos días tuvimos una ruda y triste conversación con Fabiola Mateos Chavolla, madre de Jesús y Fabián Orozco, estudiantes de medicina asesinados junto con otros 4 jóvenes en Celaya.

Fabiola y su familia se enteraron de lo que había pasado con sus hijos en la mañanera. Se dijo que habían ido a comprar droga al lugar equivocado. Los exámenes toxicológicos salieron negativos, lo cual desmiente categóricamente lo dicho por el Presidente.

A Fabiola le sorprendió de manera brutal lo que se dijo. Conocía muy bien a sus dos hijos y además estaba profundamente orgullosa de ellos por el futuro que se iban labrando en la medicina. Lo que le parece lamentable es que se hayan hecho juicios de valor, más que sustentar sus dichos en información que pudo haber tenido a la mano para evitar el manoseo de las cosas.

A los hijos de Fabiola no sólo los mataron, sino que además los revictimizaron con información falsa. “Lo único que le pido al Presidente es que rectifique su versión que los criminaliza”, nos dice Fabiola en un tono en que prevalece su escepticismo.

Al momento el Presidente no ha vuelto a tocar el tema, a pesar de que trascendió de manera dolorosa entre muchas familias lo que se dijo, lo cual las agravió por los juicios sobre sus hijos en que se ha demostrado que son falsos. Sólo se pide que rectifique.

RESQUICIOS.

No sorprende que Lenia Batres haya sido la candidata del Presidente. Es una mujer cercana, hermana del Jefe de Gobierno, perteneciente a los llamados grupos duros de Morena y severa crítica de la Corte. Con esos antecedentes presumimos que no le va a fallar a quien la nombró.