Quebradero

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Llegó la hora

 

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

En medio de las inevitables turbulencias por las que suelen pasar el Inai, IFT, CRE y Cofece, el Presidente encontró un resquicio para por fin buscar la manera de desaparecerlos, como ha sido su clara intención.

Si sumamos el toma y daca en que se encuentran los magistrados del TEPJF no vaya a ser que también le eche la mirada. El Presidente quiere deshacerse de todos los institutos que son autónomos que cómo no responden a sus designios les toma distancia y repudia.

Es una vieja historia. Mientras los institutos autónomos le fueron útiles en su carácter de candidato y opositor, no se planteó la posibilidad de desaparecerlos. Cuando llegó a la Presidencia y se le exigió a través de ellos informar y transparentar, todo cambió.

En innumerables ocasiones López Obrador hacía referencia a la información que se daba a conocer a través de los institutos y, sobre todo, la forma autónoma en que actúan. Estando en Palacio Nacional las cosas cambiaron, porque se convirtió el Presidente en un sujeto obligado de todo aquello que durante algún tiempo ponderó.

Es cierto que nunca vio con simpatía a los institutos autónomos. Debido a que había una corriente de opinión interna en el país que los colocaba como instrumentos fundamentales de modernización y rendición de cuentas, es probable que el Presidente los haya visto con simpatía coyuntural más que con una convicción personal.

Hemos visto en estos años como el Gobierno se ha caracterizado por no ser transparente y por llevar asuntos de importancia informativa para la sociedad a los terrenos de “seguridad nacional”. Esta justificación está haciendo cada vez más socorrida, la cual pasa desde las obras emblemáticas del sexenio hasta asuntos en los cuales el Gobierno no transparenta la información.

En la mayoría de las mediciones sobre el Gobierno es de llamar la atención que el tema de la corrupción sigue siendo eje central de crítica, a diferencia de lo que el Presidente lleva a cabo en su narrativa sobre el tema.

La creación de los institutos autónomos se debe, entre otras buenas razones, a la importancia que tiene que la sociedad tenga órganos de información que le permitan la transparencia, la protección de datos personales, la rendición de cuentas y en muchos casos la autonomía para las decisiones que tienen que ver con el Estado, que no únicamente con los gobiernos.

Por lo que se sabe se busca que estos institutos se integren a los gobiernos como si éstos fueran garantes de la transparencia y la rendición de cuentas. Todo indica que el Gobierno quiere concentrar funciones de los institutos, lo cual llevaría a que sea el propio Gobierno el que determine qué sí y qué no se debe informar y transparentar.

Los institutos autónomos han sido pensados como un instrumento más de la democratización y participación de las sociedades. Ciertamente pueden ser caros, pero mucho de esto se debe a que la sociedad mexicana ha ido construyendo su democracia y sus órganos autónomos con base en la desconfianza.

No somos el único país en el mundo con estas instituciones. Se han convertido en elementos de la modernidad democrática y la participación en el mundo. Tratan también de establecer un proceso educativo colectivo llevando a los ciudadanos a motivarlos a la participación.

Por las razones que se quiera, el Presidente por fin encontró el momento para enviar una iniciativa para que desaparezcan los institutos. No hay sorpresas. Lo que hay es una tendencia concentradora del poder.

Esperemos que el Congreso y quienes en Morena no le dicen que sí al Presidente a todo, que por lo que se ve cada vez son menos, defiendan una forma de democracia y rendición de cuentas establecida a través de los institutos; digamos que por fin llegó la hora.

RESQUICIOS.

La mamá del Chapo y muchas otras más merecen un momento de reflexión y solidaridad desde la mañanera. La gran mayoría de ellas no han sido tomadas en cuenta ni han merecido la más mínima reflexión, a pesar de lo que han vivido.