Quebradero

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Unos y otros

 

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

 El TEPJF medio resolvió el problema de la ilegalidad bajo la cual estamos, entre corcholatas y el Frente Amplio, a través de mecanismos que da la impresión que acabaron por hacerse sobre las rodillas.

No está fácil el camino para el Tribunal y para las autoridades electorales. Son tiempos en que se viola la ley bajo aquello de “lo que hace la mano lo hace el de atrás”. Llegado el momento vendrán la repartición de culpas de unos y otros, por ahora, digan lo que digan, todos están en la ilegalidad.

El Presidente y Morena echaron a andar un mecanismo que a todas luces violenta el marco electoral. Buscaron una salida para justificar su evidente adelanto en el proceso con la idea de que el o la ganadora de la elección interna no sería candidato, sino defensor de la 4T o algo parecido. Igualito le hicieron en el Edomex, lo que permitió que la maestra Delfina caminara por la entidad sin legalmente ser candidata, aunque lo fuera de facto.

López Obrador echó a andar el proceso con sus corcholatas, concepto desafortunado, desde hace tiempo. Lo que quiso fue adelantar las cosas para tratar de consolidar en una persona su proyecto. De lo que se trataba y trata es de ir colocando con la mayor fuerza posible en el imaginario colectivo a quien resulte ganador de la elección en Morena; sigue siendo un enigma qué hará Marcelo Ebrard cuando sepa que perdió.

La oposición reaccionó haciendo algo parecido. A diferencia de lo que hizo el Presidente destapando corcholatas, del otro lado se abrió un proceso con  limitaciones, pero que tenía la virtud de que agrupaba a quienes quisieran entrarle; como fuere, aparecieron 31 suspirantes.

Opositores y gobiernistas acabaron haciendo lo que quisieron. El frente jugó a lo que hace la mano hace la tras, pero también trató de no dejar la plaza vacía para Morena. La estrategia les ha funcionado, más allá de la inesperada irrupción de Xóchitl Gálvez, debido a que echaron a andar un proceso que impidió que sólo se hablara de las corcholatas. Hace algunas semanas parecía que sólo la y los candidatos del Presidente podrían ser partícipes de la elección presidencial.

Sin embargo, todo esto va teniendo un costo colectivo, porque unos y otros se brincan las leyes, como si no existieran. Las determinaciones que ha tomado el Tribunal están tratando por encima de todo de no perder su propio espacio. Los partícipes del proceso están obligando a que se esté desarrollando una singular interpretación legal para encontrar una salida con el fin de no quedarse fuera y hacerse valer, tratando, como les puede ser posible, establecer reglas para las elecciones.

El Tribunal lleva un buen rato entre la espada y la pared y así seguirá, porque no se ve que los partidos vayan a respetar el marco legal electoral con el que deberían instrumentarse las elecciones.

Lo realmente preocupante puede ser que entremos en el terreno de la ley de la selva. Cada quien se va a sentir con la autoridad de hacer lo que le parezca. Unos hablarán en el nombre del pueblo, a quien “representamos”, en tanto que otros lo harán en función de la defensa ante el avasallamiento.

Parece que el más listo es quien sabe darle vuelta a las leyes. Una prueba de ello es la nueva sección en la mañanera “no lo digo yo”, en la cual se trata de que hablen otros por el Presidente buscando al final el mismo efecto.

Entre el Presidente y los partidos están colocando contra las cuerdas a las instituciones electorales. El TEPJF y el INE están actuando en función de las presiones que reciben, más que en función de sus responsabilidades como garantes de las leyes electorales.

Esto apenas empieza entre unos y otros.

RESQUICIOS.

Sea quien sea el o la candidata de la oposición van a tratar de colocarlo contra las cuerdas y ocupado. Ayer un exdelegado de la MH se lanzó, seguramente a petición de una mano pachona, contra Xóchitl Gálvez. Quieren sacarle trapitos, pero resulta que parece que ella tiene serios y delicados trapitos del demandante.