Quebradero

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Entre acuerdos y focos rojos

 

Por Javier Solórzano Zinser

Lo que puede poner en riesgo la elección presidencial para López Obrador es un eventual rompimiento en Morena.

Por más promesas que hagan las “corcholatas” no se sabe qué terminen por hacer cuando no sean, como decíamos ayer, ungida o ungidos.

Quizá Adán Augusto López no imaginó que llegaría tan lejos. Las circunstancias lo fueron acercando y hoy es un real aspirante a la Presidencia. Su fuerza camina de la mano de la confrontación que se va dando entre las otras dos “corcholatas”, en la medida en que se agudicen las diferencias terminará por ser el beneficiado por todo ello. Crece también, porque de los tres es quizá el que más cerca esté del Presidente, particularmente en los terrenos de lo personal y la lealtad a toda prueba.

Claudia Sheinbaum es quien le daría también continuidad a su proyecto. Es una mujer de izquierda de siempre estando más a la izquierda que el Presidente, lo planteamos como una definición, no como un problema. Es probable que dentro del equipo de López Obrador en todos estos años sea la que más se identifique con la izquierda, a pesar de que en diferentes momentos haya optado por sumarse a muchas de las cosas que ha venido haciendo el Presidente, no imaginamos sentada en la silla a la Jefa de Gobierno apoyando de manera convincente y contundente el militarismo por el cual estamos pasando.

Es una mujer capaz y tiene a su favor que ha ido ganando posiciones y que muchas mujeres la ven como una alternativa, incluso como una especie de antes y después. López Obrador lo sabe y de alguna manera por ahora está apostando por ella.

Sin embargo, una cosa es lo que se quiere y otra cosa es lo que se enfrenta. Si Claudia Sheinbaum no termina por consolidarse hay indicios de que el Presidente más que optar por Marcelo Ebrard estaría mirando hacia su paisano Adán Augusto.

La fuerza del titular de Gobernación va creciendo, porque está jugando un papel protagónico convirtiéndose en un negociador de los muchos asuntos que trae el Presidente. Está a la vista de todos y presumimos que López Obrador lo va viendo en la acción cotidiana como una opción real.

Marcelo Ebrard ha negado en varias ocasiones que se vaya a ir a la oposición en caso de que no sea el candidato de Morena siempre y cuando le ganen por la buena. Es un tema delicado, porque en caso de que no fuera la opción si decidiera participar en algo así como un frente amplio podría colocar a Morena en una tesitura inesperada y de alto riesgo.

Ebrard podría ser para la oposición un candidato idóneo. Tiene particular cercanía con Movimiento Ciudadano, ha pasado por el impresentable Verde y ha estado cerca también del PT. Estamos ciertos que esto no es precisamente lo que quisiera el canciller, pero el gran asunto es hasta dónde va a alargar la liga y qué tanto va a acabar aceptando una encuesta que podría estar dirigida para que Claudia Sheinbaum sea la candidata.

En un escenario de confrontación reiteramos que Adán Augusto podría jugar un papel protagónico. Se convertiría en la opción y lo más importante: pocos como él serían leales en todos los sentidos a su amigo el Presidente.

Como fuere, nadie va a tener ni la fuerza ni el peso de López Obrador y esto coloca a cualquiera de las “corcholatas” expuestas y con flancos frágiles. No es sólo esto, también se debe considerar que la forma en que el Presidente responde a las muchas críticas que se le hacen las puede llevar a los terrenos de las evasivas. Y ni quién le diga nada, pero quien gane, sea quien sea, se le va a exigir que responda de manera directa, porque simple y sencillamente para millones de personas no es López Obrador.

Si no se ponen de acuerdo la elección será de focos rojos.

RESQUICIOS.

Morena quiere un Parlamento Abierto sobre la Corte. Es una propuesta sin duda atendible, el problema es si el Parlamento termina por ser igual que el de la Reforma Eléctrica, la Electoral y la de Ciencia no tiene mucho sentido; les da por no cambiar ni una coma.