El primer día de actividades de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2023 arrancó con el conversatorio “Se hace camino al hablar: las palabras que unen y separan países, culturas, personas”, impartido por Laura García Arroyo y Eduardo Casar, conductores del programa televisivo La dichosa palabra, transmitido por Canal 22.
Eduardo Casar reflexionó sobre los puentes y fronteras que son creados a partir del lenguaje, vehículo de la comunicación. No obstante, también le pareció importante subrayar la falta de conocimiento que se tiene acerca de escritores centroamericanos y del Caribe. “Realmente conocemos muy pocos escritores, es impresionante la falta de conocimiento que tenemos de las literaturas centroamericanas.”
En este contexto, el escritor mexicano expuso que una feria del libro es una parte del proceso literario que crea lectores, aun cuando quienes asisten no compren libros.
“El hecho de estar en un evento de esta magnitud genera un tipo de vibración y curiosidad que permea nuestra propia estructura y comenzamos a interesarnos; la literatura no es solamente producirla, o leerla, sino también comentarla.”
La traductora, lexicógrafa y editora Laura García Arroyo celebró que la FILU 2023 haga alusión a los puentes y fronteras, pero sobre todo que Centroamérica y el Caribe sean los invitados de honor.
“Es una zona que no suele estar como protagonista en muchos de estos espacios y de la que se desconocen muchas cosas. En cuanto a la literatura, hay muchos países de los que no sabemos nombrar un solo escritor que hayamos leído, conozcamos y nos resulte más familiar”, destacó.
Evocó estrofas del poema “Caminante no hay camino” de Antonio Machado, pues concuerda con las migraciones; ya sea en su versión musicalizada o en otros contextos, la obra tiene que ver con el camino y con el movimiento, con la literatura, y en este caso con la zona del Caribe y Latinoamérica. “Cuando uno viaja se lleva sus palabras, cuando uno se mueve o emigra llevamos nuestro vocabulario que define el lugar del cual procedemos.”
En este sentido, aseveró: “Cuando las palabras cruzan las fronteras no tienen que usar pasaporte, porque tienen la libertad para traspasar mares, cielos y montañas; es un privilegio que no todas las personas u objetos pueden tener”.