Quebradero

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Se va preparando el final

 

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

El poder del discurso presidencial sigue intacto. Es la esencia de la gobernabilidad y la forma de expandir los actos de gobierno y en el camino quizá también adoctrinar.

En las mañaneras no deja de señalarse y criticarse lo que permea cada vez más entre sus seguidores. Se asegura que en muchas dependencias se les pide a los trabajadores que diariamente vean, casi por principio, las mañaneras.

Cada vez hay más indicios de que entre sus seguidores y, sobre todo, entre quienes van teniendo etiqueta de fanáticos del Presidente, el discurso del poder los anima a la intolerancia y en muchas ocasiones a la agresión e intimidación.

A lo largo de más de cuatro años y medio se ha ido creando en la percepción de muchas personas quiénes son los adversarios, si no es que “enemigos”, del Presidente, los cuales tienen nombre y apellido.

No hay razonamiento que alcance para tratar de explicar la razón de ser de comentarios y opiniones que se hacen sobre el quehacer gubernamental, y en particular del Presidente.

El Presidente ha venido dejando de informar. Las mañaneras son además una estrategia de lucha política que en muchas ocasiones pasa por alto los cuestionamientos que se le hacen al Presidente.

Está visto que a López Obrador no le gusta la crítica. Llama la atención que no asista a la ceremonia de la entrega de la medalla Belisario Domínguez desde hace tres años, porque no le parece que sea increpado por sus opositores.

El Presidente en sus giras, por lo general, no tiene empacho en exponerse. Sin embargo, últimamente se mueve en espacios que le sean favorables y en caso de que enfrente en estos mismos espacios situaciones desfavorables opta por hacerse a un lado o de plano por desacreditar a quienes lo increpan.

En giras recientes por algunos estados del país, ciudadanos se le han acercado con el objetivo de dialogar, pero debido al tipo de denuncias que tienen han terminado por increparlo, es inevitable que así sea. No se descarta a los provocadores, pero en la gran mayoría de los casos son ciudadanos que genuinamente se acercan al Presidente para que atienda sus demandas.

Una constante está en que de igual manera en que el Presidente desacredita las críticas en su contra por parte de medios de comunicación, oposición y redes sociales, no acepta que detrás de las manifestaciones en su contra en las giras existan demandas honestas y genuinas.

Lo que subyace en todo esto es que el Presidente sigue teniendo una visión unilateral de las cosas, las cuales si bien en muchos temas le van dando resultado, en muchos otros asuntos no se están atendiendo voces críticas positivas, las cuales va a terminar necesitando a querer o no en la parte final de su administración.

 

El gran riesgo está en que en la medida en que se acerque el mencionado final el Presidente intente cerrar todos los frentes sin importar cómo termine haciéndolo. La imperiosa necesidad de tener dinero para sus proyectos está llevando a que se tomen decisiones económicas que si bien pueden resultar en el aquí y ahora positivas, al paso del tiempo nos podríamos enfrentar a un error estratégico para la gobernabilidad futura.

Otra vertiente igual de delicada es el que muchas de las respuestas del mandatario no necesariamente responden a lo que se plantea y menos a lo que está sucediendo. La respuesta que dio a la pregunta sobre los viajes del titular de la Sedena terminó siendo un ejemplo de ello. Fue insuficiente y al final trató de dirigirse hacia periodistas y de nuevo al señalamiento del pasado.

Es lógico que se vaya cerrando la casa, el problema es cómo se está empezando a hacer.

RESQUICIOS

Se abre una posibilidad para el Inai. La semana que entra se podría discutir en el Senado la posibilidad de proponer a una comisionada, con lo cual podría sesionar el instituto. Se resolvería también que el Senado deje de estar en falta en un asunto que podría estar a la vuelta de la esquina de la Corte.