Quebradero

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El dilema de las corcholatas

Por Javier Solórzano Zinser

Bajo el inevitable destino de que algún día terminará el sexenio, al Presidente se le andan agolpando asuntos que pueden dejar una herencia compleja para quien gane el próximo proceso electoral, en particular a alguna de sus “corcholatas” en caso de que ganen como pudiera ser.

El dilema es qué tanta capacidad de maniobra tendrán o buscarán tener los herederos del lopezobradorismo. Sería ilógico que sigan los mismos lineamientos bajo los cuales hemos vivido estos años. Quieran o no, tendrán que buscar la manera en que se presente una conciliación porque la forma en que el Presidente ha gobernado nos ha llevado a la confrontación.

Es cierto que venimos de una división silenciosa. Las diferencias sociales establecen claramente una brecha entre amplios sectores, debido a que prevalece en innumerables comunidades la pobreza como forma de vida.

El Presidente pudo haber manejado las cosas en este sentido de manera diferente. Sin embargo, no se lo planteó o de plano no quiso, porque ha encontrado que para su proyecto y lo que presume debe ser asumió y alentó la confrontación como una forma de gobernabilidad.

Es una incógnita lo que pueda pasar a futuro y qué tantas secuelas deje esta estrategia. Se han presentado divisiones entre muchos sectores de la sociedad e incluso entre algunas familias. La conciliación a la que apeló como candidato, incluso en su toma de posesión, quedó en el discurso. Desde sus primeras mañaneras lo prometido quedó en el pasado y en algún sentido parece que mucho de lo que hizo como candidato pasó por la búsqueda del convencimiento hacia la sociedad para ganar su voto apelando a tonos discursivos distintos de los que ha utilizado estos más de cuatro años y medio.

En el papel, no pareciera que ninguna de las “corcholatas” se vaya a mover más allá de lo que el Presidente dicta quien les ha hecho saber que lo que importa es el continuismo y que no se vale “zigzaguear”.

La cuestión social marca la convivencia y la civilidad entre nosotros. La economía se mueve de manera desigual y si bien vienen signos en donde pudieran disminuir la pobreza, el problema que se va a enfrentar es que el sistema de salud está resultando cada vez más caro para los ciudadanos.

La metáfora sobre Dinamarca está cada vez más lejana. La desaparición del Seguro Popular resultó al paso del tiempo una decisión equivocada, porque no se ha sustituido una institución que le era de enorme utilidad a los ciudadanos. Se están teniendo que sumar en la economía familiar nuevos gastos y en algunos casos se tiene que contemplar en este renglón la desaparición de las guarderías.

Va a llegar el momento del balance de la estrategia ante el Covid. Muchas cosas serán diferentes a partir de que López Obrador no esté en Palacio Nacional. Por ahora no se habla de ellas o de plano se esconden, pero están en el imaginario colectivo.

Llegará el tiempo también en que se le puede quitar el halo de protección que ha tenido el multicitado vocero, quien de ser un respetable especialista, se convirtió en un ideólogo defensor de un proyecto más que de la salud de millones de personas en medio de una pandemia brutal.

De nada le servirá al país seguir gobernándose de manera exactamente igual a como lo ha hecho López Obrador. Cualquiera de las “corcholatas”, insistimos ante la posibilidad real de que cualquiera sea Presidente, tendrá que imponer sus condiciones, deberá ser inteligente para rescatar lo que se ha hecho, pero sobre todo tendrá que entender que andamos en problemas y negarlo será seguir bajo una línea que a estas alturas debe de ser transformada y superada; estamos a la vuelta de todo ello.

RESQUICIOS

El Presidente insiste en defender a Trump. Los vericuetos legales en EU parten de que la ley es la ley. Las denuncias en su contra no son cosa menor. La comparación no procede. No es lo mismo lo que vivió cuando trataron de hacerlo a un lado por razones políticas, que las tropelías que hizo a quien hoy considera.