Los delirios presidenciales se agudizan

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Por Ruby Soriano

La frontal oleada de ataques en contra de los organismos autónomos en México refleja la incongruencia de un Presidente como Andrés Manuel López Obrador, quien insiste en continuar atacando a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al Instituto Nacional Electoral y al Instituto Federal de Acceso a Ia Información con dos argumentos: La corrupción y el excesivo presupuesto invertido en la operación de los mismos.

Cada vez es más evidente que detrás de esta postura presidencial se encuentra la argucia de un mandatario empecinado en borrar de un plumazo –antes del 2024- todos los mecanismos que estén fuera de su control y que en determinado momento impliquen cuestionar las maniobras electorales para perpetrar la continuidad de Morena en la presidencia del país.

Si bien el mandatario acusa a sus detractores de financiar campañas negras en contra de su mandato, también es una realidad que toda la estrategia de contraste en contra de la ministra Norma Piña y del titular del INE, Lorenzo Córdova tienen su origen en la estructura diseñada desde Palacio Nacional, donde con recursos públicos, se descalifica intimida y amenaza a quienes revelan esos caprichos presidenciales que insisten en imponer una única voluntad.

Contrario a lo que el mandatario tendría que reconocer, el presidente decide invisibilizar los excesos cometidos por sus propios hijos, quienes utilizan camionetas blindadas como parte de ese séquito exclusivo que clonó las costumbres corruptas de los detractores del pasado.

El presidente AMLO se mantiene en una permanente negación, donde ha llegado al límite de reconocer que es intolerante a cualquier tipo de crítica que exhiba los yerros de un gobierno que desde hace meses dejó la izquierda, para hacer del ejercicio del poder, una muestra contundente de absolutismo.

Los riesgos para el país son inminentes. La efervescencia política en el presente año con las elecciones en el Estado de México y Tamaulipas, medirán la tolerancia ante un país hundido en la violencia, proyectos que siguen siendo grandes elefantes blancos y los escándalos de corrupción que aún están por llegar.

Los signos del López-obradorismo anuncian los descalabros de un presidente cuya apuesta seguirá fijada en alentar el fanatismo de la pobreza a costa de lo que sea, pues el fin único es mantener el poder.

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