Hermandades de papel

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Por Uriel Flores Aguayo

Éste es un tema de curiosidad intelectual, donde lo que se diga no va a incidir prácticamente en nada. Aun así, lo menciono como inquietud personal, sin descartar que haya algunos comentarios al respecto.

Es un asunto consolidado en los terrenos de la retórica que no pasa de los discursos del poder y la confusión de algunos otros. Es tan solemne las referencias a las hermandades que hay quien las cree. Me ha llamado la atención desde hace mucho tiempo la supuesta hermandad entre los pueblos cubano y mexicano. De eso se habló hace unos días con motivo de la visita a México del presidente de ese país. Pongo en duda esa hermandad. Creo que es una construcción política de corte demagógico.

Tiene que ver con algunos antecedentes históricos, como la estancia de Fidel Castro en nuestro país y la partida desde Tuxpan para encabezar su movimiento revolucionario; también con la decisión del gobierno mexicano de no plegarse a las instrucciones de EU respecto de Cuba.

Los gestos y recursos de los sucesivos presidentes mexicanos hacia el gobierno de la isla caribeña mucho tienen que ver con su propósito de presentarse al mundo como un gobierno progresista, mientras internamente era profundamente anti democrático. Para justificarse, ambos gobiernos empezaron a hablar de una supuesta hermandad entre sus pueblos. Fue una acción coordinada por conveniencia mutua. Manejada en esos términos, la relación les permitía ocultar su naturaleza represiva.

Decir hermandad es una formulación altisonante inherente a los encendidos discursos de ambas revoluciones; y muy a tono con la propaganda cubana, esencia de sus mensajes permanentes. No veo tal hermandad; veo intercambio político en apoyo mutuo y negocios. Hay excesos de AMLO en aportar injustificados recursos al despótico gobierno cubano y guardar silencio de la brutal violación a los derechos humanos que se practican en ese país.

Eso de la hermandad se inscribe en la línea del “hombre nuevo” y el “pueblo bueno”, las abstracciones escogidas para eludir al individuo concreto, con sus virtudes y defectos. Es de obviedad que no existe tal hermanamiento, es otra tomadura de pelo. No existe en términos del conjunto de la sociedad. Puede haber personas o grupos que simpaticen con ambos países, pero de ninguna manera se puede considerar al conjunto de los pueblos. No pasa de ser una ocurrencia más elevada a retórica que aspira a rasgos heroicos.

Existen hermandades internacionales de otro tipo. Tenemos ejemplos religiosos y deportivos, así como entre jóvenes de diversos países. Esa es una realidad que se puede tener a la mano. Nada más que se toma como algo normal, como expresión social, sin frases altisonantes y ejemplares. Se hermanan por actividad o creencias, también por la edad.

Lo otro, la hermandad de los pueblos, proviene del discurso soviético, donde a las invasiones y dominios le llamaban de esa forma. Hablar de hermandad es un eufemismo y una manera fácil de tomarnos el pelo.

Recadito: la tarea democrática por excelencia es fomentar la participación de la ciudadanía.